Cuando la depresión hace que la Iglesia sea muy difícil.
Teniendo que luchar con una enfermedad depresiva severa durante más de doce años, puedo decirte que yo nunca (¡nunca!) quiero ir a la iglesia los domingos en la mañana, es una batalla agotadora cada vez y no siempre la gano, lograr pasar por la puerta es un logro pero la batalla no se termina ahí.