Abrazados por las pruebas
Por Walter Jolón
¿A quién de nosotros realmente le gusta sufrir? La mayoría de nosotros no anda por allí, correteando con mucho entusiasmo al sufrimiento. Sufrir en forma de masoquismo (esa clase de dolor causado a sí mismo que produce una auto satisfacción), esa es otra cosa, repugnante por cierto, pero la mayoría de nosotros no queremos experimentar el dolor a través de pruebas difíciles y adversidades a lo largo de toda nuestra vida. Tampoco nos agrada la idea de tener que sufrir como consecuencia de la maldad de otros. Confieso que sufrir no está en el Top 10 de las cosas que me gustan.
De cierta manera y quizá inconscientemente no queremos pensar en la muerte de un ser querido por temor al dolor profundo que eso acarrea, o el dolor de una enfermedad muy grave, o el dolor causado por un accidente como una fractura, o la pérdida de un miembro de nuestro cuerpo. Pasamos mucho tiempo de nuestra vida luchando por no experimentar la angustia que trae consigo la escasez económica, es realmente horrible llegar a la condición de no tener para pagar las deudas, o los compromisos de pago como la renta, la energía eléctrica, telefonía, el colegio, el gas o el agua que son responsabilidades que no se detienen; o despertarse por la mañana y no tener dinero para comprar la comida de nuestros hijos. Nuestro deseo natural de no sufrir nos lleva a suprimir en nuestra mente la realidad del sufrimiento y cuando éste llega nos encuentra desapercibidos e indefensos llevándonos a pasar por tiempos muy difíciles, frustrantes y traumáticos.
Sufrimiento merecido
Hay un tipo de sufrimiento que todos hemos experimentado, es el sufrimiento como consecuencia de nuestros pecados, de nuestras malas decisiones por nuestra falta de temor a Dios, y consecuentemente por falta de sabiduría y de conocimiento de la Palabra de Dios. A este sufrimiento algunos le denominan sufrimiento merecido. Dios ha dejado sus preceptos, su Ley, su sabiduría, su Palabra escrita para que al obedecer, no sólo le demos gloria a Él con nuestra obediencia, sino que evitaremos mucho dolor para nosotros y también para los que nos rodean.
Sufrimiento inocente
Hay otro tipo de sufrimiento, es el sufrimiento inocente, esta clase de sufrimiento es causado por el entorno en el que vivimos. Vivimos en un mundo caído como consecuencia del pecado y la rebelión. El pecado de Adán y Eva y de cada ser humano acarreó y sigue acarreando maldad y violencia, eso significa que al vivir en un entorno así, tarde o temprano sufriremos como consecuencia del mundo perverso que habitamos. Las noticias de todos los días son la evidencia de que habitamos y vivimos en un mundo lleno de personas malas.
Sufriremos por la muerte de un ser querido a causa de la violencia o por causas naturales, sufriremos por el pecado del cónyuge en el hogar cuando actúa en desobediencia a Dios haciendo cosas malas como la infidelidad, o los golpes físicos contra su pareja o sus hijos, también cuando por malas decisiones se arrastra a la familia a la pobreza. También sufriremos por la desobediencia de nuestros hijos, no solo por la deshonra hacia sus padres, sino también porque los veremos sufrir las consecuencias de sus pecados.
Duele ser traicionados, duele ser insultados, duele ser maltratados con palabras o con golpes, duele la indiferencia, duele el rechazo, duele mucho el pecado contra nosotros, así como les ha dolido a otros nuestro propio pecado.
Diversidad de sufrimiento
Sufriremos de muchas maneras, y no porque nosotros seamos los culpables o lo causantes de ese sufrimiento, sufriremos porque vivimos rodeados de pecadores que pecan contra nosotros. Pero, también sufriremos por causas naturales de un mundo que recibió juicio divino cuando el pecado hizo estragos por la desobediencia de Adán. Desastres naturales que dejan a su paso devastación y dolor como las erupciones de los volcanes, los terremotos, los huracanes, las tormentas entre otros. Dios en su infinita sabiduría y soberanía controla providencialmente cada suceso en el mundo, algo que a nosotros nos cuesta comprender muchas veces. Sin embargo, para los hijos de Dios cada suceso y todo lo que nuestro Dios y Padre permita será bueno para nosotros, a pesar de que nuestro razonamiento muchas veces nos lleve a dudar de la sabiduría de Dios.
Algo debemos tener muy claro, que, aunque no queramos sufrir, sufriremos.
Las pruebas
Cualquiera que sea la manera en la que el sufrimiento se presente en nuestras vidas, siempre consistirá en una prueba de nuestra fe, un test, un examen. Las pruebas tienen la característica de causar tensión en nuestras convicciones y creencias. La pruebas revelan el grado de madurez y crecimiento que posee nuestra vida espiritual. Las pruebas tienen la capacidad de llevar la fe a los límites y presionar de tal manera que trae a luz su fortaleza o debilidad, es en las pruebas donde muchas veces flaqueamos, pero las prueba son buenas. Santiago nos enseña al respecto:
“2Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, 3pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. 4Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada.” —Santiago 1.2–4, NVI
Santiago les escribe aquí a sus hermanos judíos cristianos que tuvieron que huir de Jerusalén para salvar sus vidas a causa de la persecución de la élite religiosa compuesta por fariseos y saduceos luego de la muerte de Estéban.
Estos cristianos, que se encontraban dispersos en distintas ciudades gentiles, se encontraban experimentando un fuerte sufrimiento, no solo por sus condiciones precarias de pobreza, sino que también por el maltrato de otros judíos que ya vivían en esas ciudades, además eran víctimas de explotación, tanto por judíos como por gentiles.
El sufrimiento que estaban experimentando estos creyentes era a causa de la maldad de otras personas, pero Santiago les recuerda lo que las pruebas producen en un creyente para que sean animados y puedan sentirse dichosos al padecer distintas pruebas durante su vida cristiana.
Este es el beneficio de las pruebas que Santiago les recuerda a los judíos cristianos dispersos a causa de la persecución y que también son de beneficio para nosotros hoy:
- Las pruebas nos permiten ser llamados dichosos y bienaventurados.
- Las pruebas producen constancia y perseverancia en nuestra vida cristiana.
- Las pruebas nos purifican y moldean nuestro carácter y personalidad.
- Las pruebas nos conducen a la madurez y a la integridad espiritual.
- Las pruebas nos permiten padecer juntamente con Cristo y parecernos a Él cuando sufrimos.