Por Sergio Cano
Es increíble pensar como el mundo ha sido afectado por esta pandemia que nos encontró a todos confiados en nuestra vidas y planes. La preocupación de lo que no se pudo hacer trajo ansiedad, desánimo pero sobre todo probó nuestra fe y dónde estaba nuestro corazón. Hoy, encerrados en nuestras casas podemos darnos cuenta lo que hemos valorado y lo que no hemos valorado. Lo que hemos apreciado ahora que todo cambió y el fuerte llamado de Dios a regresar a apreciar lo que Él aprecia. Nuestro egoísmo, orgullo y comodidad han sido probados así como nuestra identidad.
Uno de los retos es: ¿qué hago en este tiempo? ¿cómo podemos aprovechar mejor el tiempo que ahora tenemos? Las redes sociales nos han bombardeado con sugerencias en este tema. Proyectos sociales, pensar positivo, buena actitud o ánimo para hacer las cosas, ayuda para organizarse mejor, etc. estamos llenos de qué hacer con tu tiempo, lo cual no es malo en sí. Pero debemos meditar cuál es nuestra mayor necesidad conociendo que esta pandemia no vino sin propósito de parte de Dios a la vida de los cristianos.
¿QUÉ HACEMOS CON NUESTRO TIEMPO?
Como cristianos estamos llamados a amar a Dios con todas nuestras fuerzas, mente y corazón, así como a nuestro prójimo. Estos son los dos mandamientos más importantes de los que pende toda la Ley y Los profetas, Mt. 22:37-40. Esta es la base para toda decisión que hagamos.
Ahora que estamos más tiempo en casa, la tentación es ocuparnos en muchas cosas: descontrol de tiempo en las redes sociales; los que trabajan desde casa, el pasar más tiempo en la computadora, o bien para no aburrirse tener más reuniones o tener un montón de actividades dentro de la casa. Es muy fácil acomodarse al yo. Hemos consumido muchas buenas prédicas o enseñanzas pero ¿qué estamos haciendo con el llamado primordial de predicar el evangelio y hacer discípulos?
Si anhelamos aprovechar mejor nuestro tiempo, primero oremos y examinemos a la luz de la Palabra como hemos respondido a esos dos mandamientos. Luego pidamos a Dios sabiduría para ocuparnos en todo lo que represente de mejor manera ese amor y servicio al que hemos sido llamados a nuestro prójimo, empezando por los de nuestra casa. Y continuamente, apartemos el tiempo de leer Su Palabra para empaparnos de Su amor y fortaleza.
Hoy tenemos más tiempo para leer Su Palabra porque este tiempo ha sacado a luz nuestra necesidad de Él. O nos aferramos a esto, o nos quedaremos infructuosos en este tiempo. El pecado de la pereza, el control y acomodamiento al yo, son lugares más fáciles de permanecer.
Pidamos a Dios que nos dé la constancia, el deseo de buscarle aun cuando nos sea difícil para caminar conforme a su voluntad y aprovechar bien nuestro tiempo. El tiempo no regresa, pero Dios redime nuestro tiempo cuando corremos a Él en arrepentimiento. Todos los días necesitamos vivir como si hoy Jesús viniera por nosotros.
CRISTO ES NUESTRA PRIORIDAD
Cristo es nuestra prioridad. Él nos amó primero cuando estábamos condenados a muerte, alejados de Dios. Él en su amor y misericordia nos extendió su gracia y fuimos reconciliados con Dios. Si hemos recibido esta salvación gloriosa y promesa que estaremos con Él por la eternidad, escogidos e injertados en su familia, su cuerpo, ¿habrá algo o alguien más importante en nuestras vidas que el Señor Jesucristo? No lo creo. Todo lo de este mundo pasará, pero su palabra permanecerá, toda la que nos habla de Él.
Lastimosamente, la mayoría de veces se nos olvida, como dice mi pastor, amamos a la creación pero más que al Creador. Él es quien lo ha hecho todo según su bondad por tanto todo le pertenece. Dios está sentado en su trono celestial. Es el hombre que neciamente ha creído que tiene algo de control. Nosotros ya no pertenecemos a este mundo, somos polvo con un propósito divino de glorificarle, predicar el evangelio y crecer en semejanza de Cristo.
Cuando comprendemos quién es Dios y lo que Él hizo por nosotros, al mandar a su Hijo a morir en la cruz, recibir todo el castigo y la ira de Dios por nosotros, entonces nos damos cuenta cuánto lo necesitamos para glorificarle en este tiempo que Él nos permita vivir. Si Cristo es nuestra prioridad, nuestras acciones predicarán de su Palabra, en la forma que vivimos y tratamos a otros. Él es primero. Él es nuestro todo y a Él nos debemos en todo tiempo por los siglos de los siglos.
EL PROPÓSITO DE NUESTRO TIEMPO
Entonces podemos comprender el propósito de nuestro tiempo, pues es Dios su dueño. Ni un cabello de tu cabeza cae sin que Él lo sepa. Entonces te dejo éstas preguntas para meditar:
¿Cómo estás utilizando tu tiempo como buen administrador de Dios?
¿Qué lugar tiene Dios en medio de tu día?
¿Cómo sirves al dueño del tiempo con tu familia?
¿Qué estás haciendo con tu tiempo que tenga valor eterno?
Cada día, ¿estoy anuente que mi tiempo es corto en este mundo?
Recientemente escuchamos de la triste explosión que sucedió en la ciudad de Beirut, un gran desastre en el que murieron muchas personas. Ninguno de ellos sabía que sucedería, pero Dios sí. Y constantemente nos hace llamados de volvernos a Él ahora que hay tiempo.
Dios trabaja en nosotros para prepararnos para lo que Él permite en su voluntad en donde nos encontremos, ya sea un desastre natural o un virus, cualquier tribulación, desde grande a pequeña para llamarnos a priorizarlo cada día. No esperemos que sucedan situaciones difíciles en nuestra vida para responder y recordar que Él es verdaderamente importante. Que nuestra prioridad sea Cristo por medio de su Palabra, guiados por su Espíritu, en comunión con otros hermanos para poder testificar no solo quién es Él, sino mostrar su amor en lo que hacemos coherente con lo que decimos.
“Miren, pues, con diligencia como andan, no como necios sino como sabios, aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. Por tanto, no sean insensatos, sino entendidos de cual sea la voluntad de Dios”
Efesios 5:16-17
ACERCA DEL AUTOR
Sergio Cano
Autor
Sergio es esposo de Susana con quien tiene tres hijos. Salvado por gracia para servirle a Cristo completamente. Junto con su esposa sirven en consejería. Es miembro de Iglesia Reforma.
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