Mi buen amigo Juan Callejas, me ha dado algunos consejos ahora que estoy iniciando una etapa maravillosa como plantador de nuestra iglesia local Casa de Gracia, no he querido dejar pasar la oportunidad de publicar estos consejos que, seguramente, serán de mucho provecho y beneficio para otros que deseen plantar iglesias o ya estén en la etapa de plantación como es mi caso. Puedes seguir el blog de Juan Discusión Inteligente, donde regularmente escribe artículos importantes de actualidad en Guatemala.
Acá la carta:
“Te estás embarcando en el viaje de tu vida. Por la gracia de Dios y en Su providencia, hoy estás obedeciendo a un llamado, el llamado de plantar una iglesia en tu comunidad, comunidad en dónde vives, donde tus hijos están creciendo y en dónde el Evangelio es necesario.
Muchos dicen que sobran iglesias, que ya Guatemala no necesita más charlatanes que le roben el diezmo a gente inocente que desesperadamente busca una salida a los problemas en su vida. Otros, con un espíritu astuto y empresarial, siguen precisamente esa motivación y encuentran en la profesión ministerial, una forma bastante rentable de ganarse la vida.
¿Cómo enfrentar ese escepticismo hacia la iglesia causado por una cultura que rechaza a Dios y que a su vez, tiene razón en estar cansada de la charlatanería, el abuso y el engaño?
Quisiera, si me permites, compartirte algunas ideas desde el fondo de mi corazón, ideas que nacen desde mi experiencia en ayudar en la plantación de una iglesia y ahora, desde mi lugar como feligrés de una congregación establecida y de la que hoy disfruto ser un miembro más.
- No te olvides de las personas: Parece ser obvio, pero en medio del día a día, se te pueden olvidar las personas a las que sirves. Te recuerdo que sirves a personas individuales, creadas a imagen y semejanza de Dios. Estas personas tienen –cada una- una dignidad única y han sido dotadas por Dios con dones, talentos y capacidades que van mucho más allá de lo que muchos les dan crédito. Estas personas están buscando a Dios y merecen ser tratadas con el respeto y consideración que todo buscador necesita. Estas personas han sido afectadas por el pecado, y necesitan conocer –de manera vivencial- la gracia de Dios y el mensaje del Evangelio enseñado y vivido en medio de cada interacción que tengan con tu iglesia. Recuerda, son personas, NO SON OVEJAS. No te tomes literalmente la metáfora gringa, porque si lo haces, tratarás a la congregación a la que sirves como animales y eso es caer por debajo de la dignidad de la persona humana. Recuerda que estás allí para SERVIR, no para enseñorearte y gobernar. Ellos han depositado sobre ti una carga de confianza que no debes traicionar jamás. Recuerda que estas personas no son tu gente, no te pertenecen. Sírvelos, sacrifícate por ellos, ámalos genuinamente y conócelos por nombre para poder ministrar sus vidas efectivamente, personalmente, integralmente.
- Abraza a los niños: El entorno en el que vivimos es una cultura que está en contra de los niños. Desde afuera, se les presenta como una carga, como una distracción, como un obstáculo a mis deseos y anhelos de realización personal. La iglesia los ha sacado del salón principal y los ha mandado a su escuela dominical no para que aprendan, sino para que sean entretenidos y así no interrumpan a los adultos en el servicio. No caigas en ese error. Abrázalos desde la concepción, celebra sus vidas e intégralos a la adoración para que aprendan viendo a sus padres y demás adultos a orar, a alabar, a compartir de la Santa Cena, a ver los bautismos y a participar como miembros plenos de la congregación que Dios te ha encomendado. No los veas como distracción -¡aún cuando sea difícil predicar en medio de niños inquietos y hasta llorones!-. La cultura de vida que tanto urge en nuestra sociedad comienza con abrazar a los niños y ver en ellos la imagen de Dios y darle a Él gracias y gloria por la bendición de más niños, de familias que crecen y que le dicen que sí al futuro a través de las vidas nuevas que reciben en su seno.
- Conoce a tu comunidad: Desde tu posición pastoral, tienes una oportunidad única de impactar a la comunidad a la que sirves. Está atento a sus necesidades, abre tus puertas para servir a los necesitados, alza la voz cuando las cosas no caminen bien y honra a quienes sí lo están haciendo bien. Vive para tu comunidad, no para tu iglesia. Que la iglesia que hoy plantas sea un faro de luz que atraiga y que pueda ayudar a orquestar y organizar soluciones para tu comunidad. No seas egoísta con los dones que Dios te ha dado, dónalos en servicio aún de los no creyentes, para la gloria de Dios.
- Sal de la Iglesia: No dejes de vivir tu vida “normal”. Que ahora seas pastor no quiere decir que te desapareces “del mundo” y ahora te encierras en tu estudio a preparar sermones. Camina las calles de tu comunidad y permite que allí, en lo cotidiano, el Espíritu ilumine tu estudio bíblico a través de la vida cotidiana a tu alrededor. Si quieres hablar al corazón de las personas, conoce su corazón, su vida, su entorno.
Con seguridad te han dado muchos más consejos. Estos quizás no sean los más “doctrinales” o “teológicos”, pero tengo la convicción de que son profundamente bíblicos y que marcarán la diferencia entre “otra iglesia más” y una congregación volcada al prójimo, comprometida con la gloria de Dios y con raíces profundas en el Evangelio creído, proclamado y vivido.
¡Ánimo y que sea Dios quien construya Su iglesia en medio de la congregación a la que estás comenzando a servir y de la que en Aquel Día, rendirás cuentas!”