Del director editorial
“¿Qué Dios como tú, que perdona la maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en misericordia.” —Miqueas 7.18, RVR60
No dejo de asombrarme, y espero jamás dejar de hacerlo, el carácter de Dios es majestuoso, más allá de lo imaginable, siendo un Dios totalmente capaz y justificado para castigar y condenar a los pecadores, hombres y mujeres que voluntariamente nos hemos inclinado en desobedecer los estándares más altos de la ley, la Ley de Dios, ¡Dios perdona la maldad! teniendo todo el derecho soberano de aniquilarnos, Dios perdona, ¿qué sería de nosotros si el carácter de Dios únicamente incluyera sus atributos severos: ira, juicio, enojo y aborrecimiento hacia los pecadores? ¿Cuál sería nuestro destino? Únicamente somos y seguiríamos siendo justos recipientes de la ira de Dios por nuestra maldad, es lo único que merecemos, no merecemos perdón ni misericordia, nuestro destino sería la ruina y la angustia eterna de nuestras almas por toda la eternidad. Sin embargo, nuestro Dios, quién siempre ha demostrado tener la iniciativa en amarnos a pesar de nosotros, ha proveído un medio para ser perdonados, Él nos ha dado a Su Hijo Jesús, es llamado el Mediador, es quien se interpone entre la ira de Dios y nosotros, es quien recibe el castigo en lugar nuestro, eso se llama gracia, favor inmerecido, es por eso que no dejo de asombrarme y jamás lo haré, ¡Qué Dios como el nuestro que perdona nuestra maldad! Cuando el Hijo toma nuestro castigo, logra el perdón de Dios para nosotros, es lo que llamamos reconciliación, es cuando Jesús logra que Dios haga las paces con nosotros. Aun me sigo asombrando del carácter divino, Dios olvida el pecado, nuestro pecado es perdonado y jamás vuelve a mencionarse en la corte celestial, es olvidado para siempre y nosotros debemos aferrarnos a eso para no vivir en la prisión de nuestro pasado. Dios no ha retenido para siempre Su enojo, porque todo Su enojo fue volcado sobre Cristo y si tú aun no te has arrepentido de tus pecados, corre hacia Cristo porque sólo Cristo puede librarte del enojo de Dios y Su justo castigo para que estés en paz con Dios, es maravilloso saber que Dios no se deleita en castigar ni en desplegar Su enojo, el deleite de Dios consiste en perdonar, en desplegar misericordia, en dar gracia, gracia abundante para abundantes pecadores, es por eso que Él ha sido capaz de dar a Su propio Hijo, porque en el Hijo encontramos la misericordia, el perdón y la gracia, Jesucristo es la viva encarnación de la gracia y la verdad de Dios, sólo por Él obtenemos perdón y sólo por Él nuestros pecados son olvidados. Refúgiate en Jesús.