Luego del arrepentimiento de Nínive, el Señor tiene compasión de ellos. Pero esta decisión de misericordia divina hizo molestar a Jonás. El profeta le dice a Dios: “¿No era esto lo que yo decía cuando estaba en mi tierra?”. Al parecer, Jonás tenía la presuposición de que los ninivitas merecían el castigo de Dios, y así para él fue incomprensible la misericordia extendida a los ninivitas. La molestia de Jonás era completamente opuesta a la misericordia de Dios. Al mismo tiempo, vemos que Jonás no supo apreciar el perdón de Dios con los ninivitas, aún cuando él mismo fue librado del juicio de Dios en el mar (Jonás 1).
Jonás comienza orando al Señor con una actitud ofensiva y arrogante (Jonás 4:1-2). Da sus explicaciones del porqué había huido a Tarsis. Él sabía y conocía muy bien el carácter de Dios, lo que me parece irónico, puesto que si él conocía muy bien a Dios, ¿por qué se ha de molestar ante la misericordia del Señor?
Jonás hace varias declaraciones importantes del carácter de Dios:
- Dios es clemente y compasivo: el mismo Jonás había sido testigo y objeto de ello.
- Dios es lento para la ira.
- Dios es rico en misericordia.
- Dios se arrepiente del mal con que amenaza (Éxodo 34:6-7; Números 14:18; Nehemías 9:17; Salmo 86:15; 103:8; 145:8; Joel 2:13; Nahúm 1:3).
Cabe resaltar, debido a esta última declaración que, desde un punto de vista superficial, podría considerarse que este pasaje contradice la Escritura la cual enseña la inmutabilidad de Dios. Muchas de las alusiones al “arrepentimiento” de Dios, sin embargo, son ejemplos bastante claros de la figura de retórica llamada antropomorfismo. Aunque nuestra manera de hablar no es la misma que aquella de los escritores bíblicos, tenemos un paralelo en el uso moderno, especialmente en advertencias de castigo, en casos en que la naturaleza condicional de la advertencia no se expresa pero se entiende claramente. Por ejemplo, algunos padres dicen a sus hijos traviesos: “Los voy a castigar enseguida”, y con esto cesaron las travesuras. Tanto los niños como los adultos reconocen la diferencia entre una advertencia y la declaración de una sentencia cuando ya se ha tomado una decisión final. Esto es verdad aun cuando las condiciones relacionadas con la advertencia no se expresen sino solamente se entiendan.
Jonás luego, llega al punto de preferir la muerte, algo que me parece sumamente exagerado. Elías en 1 Reyes 19:4, también deseó la muerte pero debido a su anhelo de arrepentimiento de parte del pueblo. No obstante, Jonás en su necedad se sienta a ver si la misericordia de Dios cesa, y finalmente, destruye a Nínive, obviamente esto no ocurrió.
Por último, Dios soberanamente hizo crecer una mata que proporcionó sombra a Jonás y que lo llevó a sentirse a gusto en medio de su ira hasta el punto que se sentía algo menos encolerizado (Jonás 4:6). Y entonces, justo entonces, Dios preparó un gusano que acabó con la planta (Jonás 4:7) y el viento comenzó a herir a Jonás en la cabeza y el profeta volvió a irritarse. Las palabras de Dios en ese momento constituyen uno de los retratos más explícitos de cómo el corazón de Dios no es como el de los hombres. Jonás se sentía apesadumbrado porque se había secado una mata que ni había plantado ni había regado y que había tenido una existencia tan efímera y sin consecuencias como nacer en un día y morir al siguiente. Estaba además tan convencido de la justicia de sus hechos que hasta quería morirse. Se podía comprender, pero entonces ¿cómo no entendía Jonás que Dios sintiera compasión por una ciudad de ciento veinte mil habitantes que carecían de discernimiento espiritual y en la que además vivían multitud de animales? (Jonás 4:11).
Así pues, Jonás es aleccionado con respecto al valor de la vida humana. El Señor se preocupa y sustenta a toda su creación. Dios es clemente y misericordioso. Un Dios de bondad.
Esta lección es la que vemos en el Evangelio: Dios siendo clemente y bondadoso con el hombre. Por su revelación y en consecuencia de un modo claro y cierto, Dios nos es conocido como Dios del hombre. No estaba ni está obligado a elegir y declararse en favor del hombre ni a mostrarse amistoso con él. La hipótesis de que los seres más insignificantes del cosmos extrahumano fuesen mucho más merecedores de todo eso que nosotros, no resulta ciertamente a causa de su profundo sentido edificante nada fácil de probar. Sea de ello lo que fuere, Dios nos dice, por el hecho de que su Hijo se hizo y es hermano nuestro, que quiso amarnos precisamente a nosotros, que nos ha amado, nos ama y seguirá amándonos, que ha elegido y decidido ser precisamente nuestro Dios.
Pablo articula el corazón del Evangelio en 2 Corintios 5:21: “Al que no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en El.” El hecho de saber que Jesús tomó nuestros pecados y los reemplazó con justicia debería darnos completa seguridad y confianza en Cristo (Juan 10:28; Romanos 8:28-39; Efesios 1:13).
¡Gloria a Dios en las Alturas!