Por Ricardo Morillo
Salmos 34.37
Tuve un día libre en mi trabajo. Generalmente en esos días, tiendo a ocuparme en “pendientes” que dejo a acumular a lo largo de días, meses, años, etc. Pero mi mente se encuentra en otra parte… Soy de Venezuela, y en estos momentos mi país vive una situación tensa y delicada. Se me dificulta estar fuera de las redes sociales para enterarme de todo lo que sucede. Al ver tanta injusticia, mi corazón se llena de indignación, y mi boca y mis dedos dan rienda suelta a expresar mis sentimientos con una avalancha de odio, angustia y ansiedad hacia quienes considero tiranos.
¿Habéis escuchado decir “critica en privado, reconoce lo bueno en público”? – Si criticara a alguien en privado con mis amigos y alabara a ese mismo alguien en público cuando esté presente, sería un hipócrita. Si público en redes sociales “mi sabia opinión” acerca de un tema con el que no coincido, la crítica que abunda en mi mente sale como flecha a herir y contaminar mi corazón. Entonces, ¿dónde puedo expresar libremente mi indignación ante injusticias y abusos? ¿Cómo puedo enojarme sin pecar? ¿qué puedo hacer para buscar justicia de una manera más sana para mi mente y mi cuerpo?
Leyendo Salmos 34:1 (TLA), “Dios mío, ¡yo estoy muy orgulloso de ti! ¡Todo el tiempo te bendeciré!” pensaba: – ¿Estoy diciendo cosas buenas de Dios todos los días? – Quizá cuando oro le doy gracias por varias cosas, pero ¿estoy diciendo cosas buenas de Dios en público todos los días? – Esta pregunta me llegó al corazón como una cuchilla cortante de dos filos, penetrando lo profundo de mi corazón (Paráfrasis de Hebreos 4:12). Entonces, me propuse a decir cosas buenas de Dios en público diariamente, pero ¿qué de la ira y enojo que siento hacia las injusticias que veo a diario? ¿cómo expresarlo sanamente?
En Salmos 34-37, hay muchas enseñanzas que podemos aprender. Las que resaltaron para mí fueron tres:
- Derramar mi alma libremente a Dios en privado, no como un monólogo, ni quejándome al aire, pero como quien expone su causa ante un juez, un Juez Justo. David, siendo rey de toda una nación, ¿a quién más podía ir? – “Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores”, “Guarda tu lengua del mal”, “Apártate del mal, y haz el bien; busca la paz, y síguela”, “Claman los justos, y Jehová oye, y los libras de todas sus angustias” Sal 34:4, 13ª, 14, 17.
- Hacer bien a otros, aunque reciba el mal. Mi recompensa es Jehová quien cuida de la causa de los justos – ¿No es maravilloso que los justos son los que tememos y honramos a Dios? ¿Quién contra nosotros? – Salmos 35:13-14 “Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio; afligí con ayuno mi alma, y mi oración se volvía a mi seno. Como por mi compañero, como por mi compañero andaba; como el que trae luto por madre, enlutado me humillaba”.
Jesús cuando nos dice en Mateo 5:44 “amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”. ¡Muy difícil! – ¿Notaste que dice bendecir a los que nos maldicen? – ¡Una cuchilla de dos filos atravesando mi corazón!… confrontando mi orgullo, llenándome de sentimientos encontrados, y llevándome adolorido a los pies de Jesús para hallar descanso en Él. Él ha caminado por esta senda muchas veces orando, exponiendo Su causa al Padre, amando a todos sin excepción hasta la muerte, deseando que todos se arrepientan.
- Esperar a que Su justicia sea manifestada en su debido tiempo. Salmos 37:7-8, 40 “Guarda silencio ante Jehová, y espera en Él… deja la ira, y desecha el enojo… los malignos serán destruidos… los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra… Jehová los ayudará y los librará; los libertará de los impíos, y los salvará, por cuanto en él esperaron”.
En un mundo donde expresarse libremente parece nos consigue enemigos, y el callarnos nos hace parecer tolerantes, estos tres puntos (de muchos no mencionados por espacio y tiempo), para mí, son una guía a seguir la justicia conforme a la Palabra de Dios. Después de todo, son las palabras de a quien Dios considera como un hombre conforme a Su corazón. Recordemos contra quién es nuestra lucha. Peleemos la buena batalla de la fe, y esperemos la corona de justicia de parte de nuestro Señor Jesucristo.