Por Salime Wheaterford
Enfermedad. Miedo. Muerte. El coronavirus presenta oportunidades reales para tener conversaciones reales y eternas con gente que raramente piensa en la eternidad. Y sin embargo, como Cristianos seguimos ese patrón de miedo, aislamiento y egoísmo. Así que hoy hermana vamos a hablar del amor en tiempos del coronavirus.
Pero para poder entender lo que está pasando necesitamos entender tres cosas básicas.
1.) Lucas 13:1-5: “En aquella ocasión algunos que habían llegado le contaron a Jesús cómo Pilato había dado muerte a unos galileos cuando ellos ofrecían sus sacrificios. Jesús les respondió: «¿Piensan ustedes que esos galileos, por haber sufrido así, eran más pecadores que todos los demás? ¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan.¿O piensan que aquellos dieciocho que fueron aplastados por la torre de Siloé eran más culpables que todos los demás habitantes de Jerusalén?¡Les digo que no! De la misma manera, todos ustedes perecerán, a menos que se arrepientan».
Tenemos que entender que aunque nos quejamos y nos preguntamos porque nos está pasando esto, porque hay enfermedad, porque somos tan finitos, porque nos morimos, porque los mercados caen, porque nos está yendo mal; el hecho de que el coronavirus o cualquier otro virus no nos mata a todos es gracia. Y si hoy estas vivo, es porque en la gracia De Dios El te ha permitido vivir hoy con el llamado de la Gran Comisión de ir y haced discípulos de todas las naciones y enseñarles a esas personas que no tienen esperanza porque a diferencia de ellos nosotros tenemos una gran esperanza que tenemos la obligación y el privilegio de compartir. Si estas vivo es por gracia de Dios y para gloria de Dios.
2.) Salmo 112: “El justo será siempre recordado; ciertamente nunca fracasará. No temerá recibir malas noticias; su corazón estará firme, confiado en el Señor. Su corazón estará seguro, no tendrá temor.
Veo a mi alrededor y veo que tenemos el mismo miedo, la misma desesperanza; una parálisis física y espiritual que nos hace pensar en nosotros mismos porque en algún momento creímos que teníamos control. Este momento histórico nos da la oportunidad de examinar nuestro corazón, nuestro Cristianismo, nuestra fe en Dios. Porque una cosa es decir que creemos en Dios, y Su bondad y en Su soberanía y otra cosa es vivir en momentos históricos de desconcierto e inestabilidad y en humildad y honestidad y de rodillas exponer nuestro ídolo de control y auto dependencia y arrepentirnos y regresar a Dios con todo nuestro corazón. Así que en este momento histórico debemos examinar nuestros corazones y descubrir esos ídolos, esa religiosidad sin Dios para que regresando a Dios en arrepentimiento podamos seguir a Cristo con todo lo que somos.
3.). Mateo 28:18-20: “Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”
Cristo está en control y Cristo promete estar contigo hasta el fin del mundo. En tu enfermedad o en tu salud. En tu crisis financiera o en tu prosperidad. Sin importar tu circunstancia, que puede cambiar en cualquier momento, Dios nos ha llamado a ir y hacer discípulos de todas las naciones. A compartir el evangelio y a discipular y hermana, Dios nos está dando un momento histórico de aparente caos en donde gente a nuestro alrededor, que está corriendo rumbo al infierno, está haciendo preguntas profundas y eternas.
Así que hoy hermana es nuestro momento. En esta oscuridad, la luz de Cristo resplandece aún más brillante. En esta turbulencia, el Evangelio de Cristo, la salvación por fe y la soberanía y bondad de nuestro Dios viviente es algo tangible que podemos compartir y regalar. Hoy hermana es nuestro momento. Así que debemos aprovecharlo al máximo orando, testificando,y promoviendo la real esperanza, la solución eterna en Cristo. “Porque para mí vivir es Cristo y morir ganancia.” (Filipenses 1:21)
Te dejo con estas palabras de un pastor en Wuhan, China, el epicentro del coronavirus:
“La situación es tan crítica, pero [confiamos] en las promesas del Señor, que sus pensamientos hacia nosotros son de paz y no de maldad (Jeremías 29:11), y que permite un tiempo de prueba, no para destruirnos, pero para establecernos. “Por lo tanto, los cristianos no solo deben sufrir con la gente de esta ciudad, sino que tenemos la responsabilidad de orar por aquellos que tienen miedo en esta ciudad y de traerles la paz de Cristo”.
El pastor enfatizó que si bien Cristo “nos dio Su paz”, “la paz no es para sacarnos del desastre y la muerte, sino para tener paz en medio del desastre y la muerte, porque Cristo ya ha vencido estas cosas”. “[Cuando] el desastre nos golpea, no es más que una forma del amor de Dios”, afirmó. “Hablado por hoy, la peste de Wuhan no puede separarnos del amor de Cristo; este amor está en nuestro Señor Jesucristo “. “Creo que este es el mandato de Dios de llamar a quienes vivimos en Wuhan”, dijo. “Debemos buscar la paz para esta ciudad, buscar la paz para aquellos que padecen esta enfermedad, buscar la paz para el personal médico que lucha en el frente, buscar la paz para todos los funcionarios del gobierno en todos los niveles, buscar la paz para todas las personas de Wuhan. El pastor concluyó su carta instando a los lectores a “mirar a Jesús”, y agregó que “solo a través de la esperanza de la misericordia del Señor se salvará esta ciudad”.
Hermana, que este momento histórico sea conocido por tu coraje y valentía de presentar el Evangelio de Cristo como la única respuesta viable a todo problema humano. Porque si vivimos, vivimos para Cristo, y si morimos, morimos en Cristo. Paz y gracia!
Fotografía por Unsplash.