Por Ruth León Ibarra
Les voy a contar un poco de mi, o mejor dicho de cómo Dios se ha revelado a mi vida a través de las pruebas y el sufrimiento. A la edad de 21 años fui diagnosticada con una enfermedad autoinmune que quizá muchos de ustedes no conozcan su nombre es: Lupus Eritematoso Sistémico. El lupus es una enfermedad auto inmunitaria crónica y compleja que puede afectar las articulaciones, la piel, el cerebro, los pulmones, los riñones y los vasos sanguíneos de manera que provoca inflamación generalizada y daño del tejido en los órganos afectados (ficha informativa de los CDC).
Cuando recibí esa noticia, en un abrir y cerrar de ojos veía como todos mis sueños y aspiraciones se desmoronaban uno tras otro. Ese día mi vida se pausó, entró en shock y como un torrente de agua se amontonaban en mi cabeza preguntas como ¿Por qué me está pasando a mí? ¿Por qué si soy hija de Pastor y me entrego al ministerio me toca afrontar algo así? ¿Por qué Dios siendo tan poderoso y misericordioso permite esta enfermedad?
Cada día que pasaba los dolores eran más intensos al punto de ya no poder depender de mí misma ni siquiera para las cosas más básicas de la vida. Justo en ese tiempo había conocido a mi ahora esposo por lo tanto el miedo a que me dejara se apoderaba de mí, sin embargo Dios obró en el corazón de él, poniendo el amor y la seguridad necesaria para afrontar una noticia como esa.
Los siguientes tres años de mi vida siguieron siendo muy difíciles, los pensamientos seguían cuestionando mi fe, me preguntaba cómo esto podría haberse escapado de la voluntad de Dios, esas noches interminables me llevaron a conocer de cerca la amargura, la rebeldía y la depresión. Tal como Job llegue al punto de cuestionar a Dios sin entender que cómo el bisturí de hábil cirujano estaba extirpando en mí una enfermedad mortal como lo es el orgullo, la autosuficiencia y la auto-justicia.
Al comprender esto deje de cuestionar y comencé a clamar a un Dios de misericordia quien quería revelarse a mi vida a través del sufrimiento, en ese momento entendí que lo que estaba pasando no había venido sin un propósito y sin la providencia de Dios, allí en ese momento postrada en cama todo cobro sentido, su gracia era suficiente y lo único que necesitaba tal como lo expresa el apóstol Pablo en 2 Corintios 12:9 “Y El me ha dicho: Te basta mi gracia, pues mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, muy gustosamente me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí.”
El sufrimiento generalmente es temido y despreciado por todos, sin embargo el sufrimiento es un maestro en las manos de Dios quien nos enseña al transitar por él, realidades que de otra manera no pudimos haber aprendido.
El sufrimiento reafirma nuestra fe, ya que la fe también se confirma en el NO de las circunstancias es por eso que Santiago 1:2 nos dice “Tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas” este gozo es posible al ver cual será el resultado final de la prueba, veremos la mano de Dios obrando en todos los ámbitos de nuestra vida.
El sufrimiento nos conforma a la imagen de Cristo irradiando su gloria y expresando su esencia de manera que podamos reflejar a Dios en un mundo de tinieblas y aun así detrás de todos los sufrimientos y dificultades por los que podamos atravesar el mundo pueda contemplar a un Dios real en nuestras vidas.
El sufrimiento prueba nuestro corazón porque ¿quién necesitaría a Dios cuando todo esta bien? es allí justamente donde podemos confirmar en dónde tenemos puesta nuestra confianza y en dónde ésta descansa, las pruebas son el fuego por el cual pasa el oro por el crisol y remueve toda impureza de nuestro corazón como el orgullo, auto suficiencia y auto justicia.
Dios por medio de estas situaciones me ha hecho conocerle de una manera real, así como Job lo exclama en el capítulo 42: “He sabido de ti sólo de oídas, pero ahora mis ojos te ven.”
Con cada prueba Dios me ha pulido, me ha hecho mas dependiente de Él y me ha hecho más a su imagen, como lo dice 1Pedro 1:6-7: “En lo cual os regocijáis grandemente, aunque ahora, por un poco de tiempo si es necesario, seáis afligidos con diversas pruebas[a], 7 para que la prueba[b] de vuestra fe, más preciosa que el oro que perece, aunque probado por fuego, sea hallada que resulta en alabanza, gloria y honor en la revelación de Jesucristo”
La soberanía de Dios ha venido a ser un concepto real en mi vida, me ha dado la seguridad de que nada se escapa de Su control y plan divino.
He aprendido a ser feliz no por las circunstancias si no por lo que Dios es.
Hoy soy una mujer agradecida con su Señor.
Vivo por Su gracia y misericordia y eso me da una gran tranquilidad.
Y cada que viene a mi un pensamiento de duda o temor lo dejo a sus pies antes de que se adueñe de mi corazón.
No necesitamos aspirar a tener “vidas perfectas” sin dolor o enfermedad mas bien necesitamos a Jesús, ya que Él es suficiente.
Así que te animo a que entregues al Señor todo temor, duda o tristeza y vivas en esa gracia que esta disponible en todo tiempo.
Te dejo unas palabras de Tim Keller:
Tus peores cosas obraran para bien, las buenas no las puedes perder y las mejores cosas están aún por venir.