Por Diego Portillo
COMPLETOS EN CRISTO
Colosenses 2:8-3:4
Continuando con nuestro estudio de colosenses, encontramos en esta sección el propósito principal por el cual el apóstol escribió esta epístola. Su preocupación principal era que los creyentes en Colosas comprendieran que ellos estaban completos en Cristo y que nada deben agregar al perfecto sacrificio que el Señor ya efectuó en la cruz (2:8-15). Además, Pablo les explica que la verdadera espiritualidad cristiana no consiste en rituales (2:16-17), ni en experiencias místicas (2:18-19), ni tampoco en llevar una vida marcada por una rigurosa autodisciplina (2:20-23), sino en vivir centrados en las cosas celestiales, es decir, centrados en la esperanza maravillosa que tenemos en Cristo (3:1-4).o
Completos en Cristo
Pablo llama a los colosenses a mirar que nadie los engañe. Esto significa que ellos debían tener sumo cuidado, estar alerta ante las falsas filosofías y huecas sutilezas. Sin embargo, el hecho que Pablo condene esta “filosofía” no debería llevarnos a pensar que los creyentes no deben desarrollar su intelecto en las universidades o que deben evitar incluso estudiar la carrera de filosofía. Lo que Pablo tiene en vista aquí no es la disciplina de la filosofía que conocemos ahora, sino más bien un conjunto de ideas sobre Dios, la vida, y el mundo, que moldean la manera en que las personas viven. Además, la frase “huecas sutilezas” nos ayuda a entender que Pablo no está hablando de un conocimiento verdadero, sino de un conocimiento vano, hueco, sin fundamento ni contenido.
En esta sección podemos darnos cuenta que es muy posible que en la comunidad de Colosas hubiera personas que afirmaban tener un conocimiento superior al que sólo aquellos que se mantenían cerca de este reducido grupo podían acceder. Contrario a eso, el apóstol dice que tales filosofías simplemente eran enseñanzas que tenían origen en el hombre mismo, que estaban de acuerdo a principios elementales o rudimentos (es decir, cosas superficiales) de este mundo y que no eran según Cristo. Por tanto, Pablo puede llamar a este supuesto conocimiento superior “huecas sutilezas.”
Lo maravilloso de ser cristiano no está en sentirnos superiores a otros, sino en disfrutar de la plenitud que todos los creyentes tenemos en Cristo. Eso es precisamente lo que Pablo dice en los versículos 9 y 10. Al decir que en Cristo habita toda la plenitud de la Deidad, Pablo está diciendo que todo lo que es Dios habita plenamente en el cuerpo físico de Jesús. Todos los atributos de Dios están en Jesús, puesto que Jesús es el único que ha revelado verdaderamente la plenitud del Padre (Jn. 1:18). Además, Pablo dice que, ya que Cristo es plenamente Dios, los que estamos unidos a él por la fe (todos los creyentes verdaderos) estamos completos en virtud de esa unión que tenemos con él, y eso es lo que pasará a demostrar en los siguientes versículos, a través de las siguientes cinco verdades.
Primero, los creyentes pertenecen completamente a Dios en virtud de su unión con Cristo (v. 11-12).
Lo primero que Pablo nos quiere dejar claro es que los creyentes no necesitan circuncidarse físicamente para poder estar delante de Dios y servirle. Es importante tener en cuenta que la circuncisión física era la señal de que una persona pertenecía al pueblo de Dios en el Antiguo Pacto. El problema con esto era que la circuncisión no simplemente se trataba de una cirugía física y nada más. De hecho, esta señal era una demostración visible de algo que debía suceder en el corazón de aquellos que formaban parte del pueblo de Dios (Dt. 10:16, 30:6; Jer. 4:4; Ro. 2:29).
Ahora que Cristo ya vino, todos los creyentes, sin importar si son judíos o gentiles, tienen acceso al Padre “en la circuncisión de Cristo.” Aunque a simple vista podemos pensar que esto se refiere a la circuncisión que Cristo recibió cuando era niño, la frase “al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal” nos deja claro que esta circuncisión de Cristo se trata más bien de su muerte. Es en la muerte de Jesús que nuestro cuerpo pecaminoso fue crucificado juntamente con él (Ro. 6:6), es en su sepultura que nosotros somos sepultados juntamente con él (lo cual se simboliza en el bautismo), y es en su resurrección que hemos resucitado para andar en vida nueva.
Segundo, los creyentes han recibido perdón total (v. 13-15).
Los versículos 13 al 15 nos muestran una de las imágenes más alentadoras para todos los creyentes, declaran que la deuda por nuestros pecados que teníamos delante de Dios, Cristo la pagó completamente a través de su obra en la cruz. Nada puede, ni debe, ser más alentador para mi corazón que darme cuenta día tras día que mis pecados han sido perdonados; no uno, ni dos, sino todos los pecados que he cometido. Pablo dice que los Colosenses estaban muertos en pecados y en la incircuncisión de su carne. Esto significa que ellos estaban separados de Dios y que no tenían ninguna posibilidad de poder acercarse por sus propios méritos. Gloria a Dios que él nos dio vida juntamente con Cristo y nos perdonó completamente.
En el primer siglo, cuando una persona moría en una cruz, se dice que los cargos por los que ésta había sido condenada eran clavados sobre su cabeza en la cruz. Esto es precisamente lo que sucedió con Jesús el día que murió inocentemente en la cruz para salvarnos. Aunque él era inocente, nuestros pecados fueron cargados en su contra y fue tratado como si hubiera cometido todos los pecados detestables que todos nosotros hemos cometido, a fin de que nosotros seamos ahora tratados como justos (2 Cor. 5:21).
Otra imagen muy interesante que Pablo nos muestra está en el versículo 15, donde dice que Jesús despojó a los principados y a las potestades y los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz. Esta es la imagen de un general de un ejército que regresa victorioso de la batalla con el botín y los prisioneros de guerra. Imaginemos estar a la entrada de la ciudad que recibe a ese ejército ganador. Todos gritan por la victoria y ovacionan al general, mientras que los enemigos sufren la vergüenza de su propia impotencia al haber perdido la batalla. Eso es lo que Jesús hizo con Satanás, se levantó victorioso habiendo derrotado al pecado y la muerte.
Tercero, para acercarse a Dios y servirle, los creyentes no están esclavizados a los rituales del Antiguo Pacto (v. 16-17).
Entonces, en virtud de la gran victoria que los colosenses tenían en Cristo, ya nadie debía venir e impedirles el servicio a Dios a través de intentar obligarles a cumplir con dietas alimenticias, ni a observar festividades que nada tienen de efectivo en sí mismas para acercarnos a Dios. De hecho, como bien lo aclara el apóstol, todas las regulaciones y festividades judías eran sombra de lo que había de venir. Ahora que Cristo ya vino, los creyentes disfrutamos de plena libertad para acercarnos a Dios.
Como dice el pastor John MacArthur en su Biblia de Estudio, “los aspectos ceremoniales de la ley del AT (regulaciones a la dieta, festivales, sacrificios) fueron simples sombras que apuntaban a Cristo. Con la llegada de Cristo, quien es la realidad última de todas las cosas, esas sombras carecen de valor.”
Cuarto, los creyentes no necesitan medir su espiritualidad en base a experiencias “sobrenaturales” sino en base a su relación con Cristo (v. 18-19).
Por estos versículos, es muy probable que en Colosas hubiera ciertos “creyentes” que afirmaba tener un nivel espiritual superior al de los demás al hacer alarde de supuestas visiones. Naturalmente, al escuchar que había personas que tenían este tipo de revelaciones y manifestaciones sobrenaturales, cualquier creyente sencillo podría dudar y pensar que Cristo no era suficiente para todo aspecto de la vida cristiana. Sin embargo, Pablo les advierte claramente que nadie debía privarles de su premio, nadie debía hacerles sentir inferiores, porque en Cristo ellos estaban completos.
Los falsos maestros en Colosas, aunque decían ser humildes, eran las personas más soberbias de todas. Al parecer ellos creían ser tan malos en sí mismos, que necesitaban muchos intermediarios entre Dios y ellos; desafortunadamente, esa supuesta humildad los llevaba a la idolatría al adorar a los ángeles, lo cual se prohíbe claramente en las Escrituras (Ap. 22:8-9). Al final, estas supuestas visiones no pasaban a ser más que simples suposiciones y producto de una mente carnal que no tiene en cuenta a Cristo como la única fuente de crecimiento espiritual. Sólo cuando nos aferremos a Cristo en nuestra fe y práctica, Dios producirá verdadero crecimiento en nuestra vida.
Quinto, la autodisciplina no es la solución a los patrones pecaminosos en la vida del creyente, la esperanza sí lo es (2:20-3:4).
Aún otro problema que los creyentes en Colosas enfrentaban era que se les estaba prohibiendo de muchas cosas buenas con la supuesta afirmación de que eso les haría impuros. Entonces, no era raro que alguien dejara de disfrutar su comida favorita, su deporte favorito, o incluso las relaciones sexuales con su esposa, con la excusa de que quería llegar a ser más espiritual. Ante esto, Pablo les dice a los colosenses que todas esas cosas, aunque tienen cierta reputación, no tienen ningún poder contra los apetitos de la carne. No importa qué tan autodisciplinados seamos en nosotros mismos, eso no nos libra de este cuerpo de muerte, como decía Pablo.
La única solución para vivir vidas plenas delante de Dios es vivir centrados en las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Los creyentes deben entender que han muerto al pecado, y que ahora su vida está escondida con Cristo en Dios. No se trata de demostrarle a nadie lo buenos e interesantes que podamos ser a través de grandes dones. Tenemos una esperanza maravillosa que será manifestada el día que Cristo, quien es en sí mismo nuestra vida, sea manifestado. Esa es nuestra garantía.
Que Dios nos lleve a vivir en libertad, sabiendo que estamos completos en virtud de nuestra unión con su Hijo y que tenemos una esperanza guardada en los cielos, donde nadie la puede destruir.
¡Dios te bendiga!