Por Diego Portillo
EN CRISTO TENEMOS REDENCIÓN
Colosenses 1:13-14
El mensaje cristiano es un mensaje de redención en el que se proclama que el criminal que merece la condenación es aceptado amorosamente en la familia de Dios por medio de la obra de Cristo en la cruz. En esta entrada veremos dos maneras excelentes en las que Pablo ejemplifica la redención que Cristo ha efectuado a nuestro favor.
- De reino de las tinieblas al reino de la Luz
Pablo ejemplifica la redención como un traslado que Dios ha efectuado en los creyentes, trayéndoles del reino de las tinieblas al reino de su Amado Hijo (v.13). Veamos algunos detalles importantes de este hecho:
Primero, Dios nos ha librado de la potestad de las tinieblas. Es interesante que el versículo diga que hemos sido librados. Algunos versículos que ejemplifican esto son:
Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. (2 Corintios 4:4)
Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón. (Efesios 4:17-18)
Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz. (Efesios 5:8)
Mas vosotros sois linaje escogido, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable. (1 Pedro 2:9)
De estos versículos podemos concluir dos cosas (1) que aquellos que están sin Cristo viven bajo el dominio de Satanás, quien no les deja ver la luz del evangelio, y (2) que nosotros mismos éramos tinieblas, es decir, que nuestros afectos y nuestras obras mismas eran producto de las tinieblas que operaban en nuestro ser.
Segundo, este traslado no muestra al pecador caminando por sí mismo hacia la luz. De hecho, el hombre en su estado natural no busca la luz, sino que la aborrece; es por eso que Juan 3:19-20 dice: Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas. Contrario a lo que muchas veces pensamos, no somos nosotros los que hemos hecho lo posible por acercarnos a Dios; es Él mismo quien nos ha acercado y ha vivificado nuestros cuerpos muertos.
Tercero, la nueva posición que los creyentes tienen como producto de la obra soberana y amorosa de Dios es el reino de Su Hijo, quien es en Sí mismo la Luz del mundo. Como dice 2 Corintios 5:17, los que están en Cristo son nuevas criaturas. En ellos solo debe brillar la luz de Cristo para testimonio a otros de que ya no viven en las tinieblas e incapacidad del mundo, sino que en efecto han sido trasladados por el Padre para vivir bajo el dominio del Rey de reyes, Cristo el Señor.
- El perdón de pecados
En muchas congregaciones donde “se predica el evangelio”, el énfasis está en que tendremos bienestar económico, en que seremos personas saludables, en que alcanzaremos nuestros sueños sin importar qué tan faltos de Dios estén, en que tenemos un pase al cielo, en que debemos reclamar bendiciones, etc. Pero eso no es el evangelio, ni es la redención de la que Pablo está hablando.
La manera más fiel de hablar de la redención es el perdón de pecados. Ahora, ser perdonados no significa que Dios se hace el de la vista gorda respecto a nuestros pecados. El que podamos ser perdonados requiere que “al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21). De eso se trata el perdón de los pecados; Cristo llevó sobre sí nuestros pecados y nosotros somos acreditados con Su perfecta justicia.
Regocijémonos siempre en esa maravillosa redención que sólo tenemos en Cristo, pues ahora ya no estamos bajo el dominio de las tinieblas, sino que la luz de Cristo brilla en nosotros y a través de nosotros; además, por la soberana gracia de Dios, somos perdonados completamente aún sin merecerlo. ¡Qué gloriosa redención tenemos en Cristo!
Dios te bendiga.