Por Diego Portillo
PERMANEZCAMOS EN EL EVANGELIO
Colosenses 1:21-23
El evangelio es sin duda el corazón del cristianismo bíblico. Digo cristianismo bíblico, porque hay muchos otros tipos de cristianismo, y muchos tipos de evangelio, los cuales no salvan. Pablo, escribiendo a los gálatas, les hace saber que no hay otro evangelio capaz de salvar (Gá. 1:7), y escribiendo a los corintios les recuerda que el mismo evangelio que él ya les ha anunciado, es el mismo por el cual, si permanecen en él, son salvos (1 Cor. 15:1-2). En los versículos que nos corresponden en esta entrada, Pablo destaca el evangelio y la importancia de permanecer en él.
El Evangelio, de enemigos a hijos
En el versículo 20, Pablo acaba de decir que a Dios le plació reconciliar todas las cosas por medio de Cristo. Y en el versículo 21 parece dar un giro para subrayar que los colosenses también son parte de ese maravilloso plan que Dios se ha propuesto desde la eternidad.
La descripción que Pablo brinda sobre el estado pasado de los colosenses es interesante y aplicable a todo ser humano que no ha sido reconciliado con Dios por medio de Cristo. Les dice que en otro tiempo, cuando no eran creyentes, ellos eran extraños y enemigos, es decir, estaban alejados de Dios. Lo que les hacía estar alejados de Dios es que seguían los designios de su mente, y hacían obras malas. Todo esto puede resumirse en una palabra: pecado.
La Biblia declara que todos los seres humanos han pecado, y por tanto están separados de la gloria y presencia de Dios. Ninguno puede entender su necesidad de Dios, ni ninguno quiere tener una relación con Dios. Como las personas en el tiempo de Noé, los designios de nuestro corazón son de continuo solamente el mal, y eso, por supuesto, nos hace ser enemigos de Dios.
La gran noticia que los colosenses deben valorar como lo más preciado de sus vidas es que Dios mismo ahora los ha reconciliado en su cuerpo de carne, por medio de la muerte, para presentarlos santos y sin mancha e irreprensibles delante de él. Es maravilloso pensar en que el enemigo de Dios puede venir a ser su hijo por medio de la fe en el sacrificio perfecto del Cordero. De ser extraños, ahora hemos sido reconciliados por medio de la muerte de Cristo. En vez de ser vistos como los sucios e impuros pecadores que somos, ahora somos revestidos de la perfecta justicia de Aquél que murió por nosotros en la cruz y resucitó para nuestra justificación.
La permanencia en el Evangelio, la señal inconfundible
Tratándose de un asunto de vida eterna o muerte eterna, debe haber una señal que nos demuestre la continuidad de la salvación en los creyentes. El versículo 23 nos da esa señal inconfundible de que somos verdaderos hijos de Dios. Todos los que han sido verdaderamente reconciliados con Dios por medio de la muerte del Hijo, y los que verdaderamente serán presentados como santos, sin mancha, e irreprensibles delante de Dios, son aquellos que permanecen firmes en la fe del evangelio. Esto se conoce como la perseverancia de los santos.
Como siempre lo recalca el pastor Timothy Keller, el evangelio no es el simplemente el ABC de la vida cristiana, sino el A a la Z. Es decir, el evangelio no es simplemente una puerta de entrada a la vida eterna, sino que es lo que encontramos cuando abrimos la puerta, y lo que encontraremos al final de la sala en la que estamos entrando.
El Espíritu Santo siempre nos dará lo necesario para permanecer regocijándonos en el evangelio. Debemos procurar vivir vidas centradas en el evangelio, pues esto nos da la seguridad de no estarnos desviando del camino, y nos ayuda a comprobar que, en efecto, no hemos creído en vano.
Permanezcamos en el evangelio siempre. Oremos el evangelio, leamos la Biblia con el evangelio en mente, cantemos el evangelio, vivamos conforme al evangelio, prediquemos el evangelio, nunca nos apartamos de este mensaje maravilloso que es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree (Ro. 1:16)
¡Dios te bendiga!