Por Diego Portillo
En una iglesia enferma, los miembros detestan la autoridad pastoral y hacen de la labor de los dirigentes de la iglesia una labor dolorosa. En una iglesia sana, los miembros se someten alegre y humildemente a la autoridad pastoral y ayudan a los dirigentes a cumplir la labor con regocijo.
El autor a los Hebreos cierra su carta en el capítulo 13 llamándolos a varias cosas:
• Amor fraternal (v. 1)
• Hospitalidad (v. 2)
• Misericordia (v. 3)
• Pureza matrimonial (v. 4)
• Contentamiento (v. 5-6)
• Estima a los pastores del pasado (v. 7)
• Pureza doctrinal (v. 8-14)
• Adoración Cristo-céntrica (v. 15)
• Servicio (v. 16)
• Obediencia a los pastores presentes (v. 17)
• Oración misionera (v. 18)
Respecto a la actitud que los miembros deben tener hacia aquellos que dirigen a la iglesia, el autor de Hebreos dice que debe estar compuesta por tres elementos básicos: Obediencia y Colaboración.
1. OBEDIENCIA
“Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta” (v. 17a)
El versículo nos llama a la obediencia a nuestros dirigentes. La palabra pastores puede ser traducida más generalmente como “dirigentes”, ya que el Nuevo Testamento nos presenta la pluralidad de ancianos como el modelo instituido por Jesucristo para gobernar su iglesia.
La iglesia es una comunidad organizada en la que nos sometemos unos a otros en general, y específicamente rendimos obediencia a aquellos designados por Dios para la tarea de guiar a la iglesia según las Escrituras.
Cuando el texto dice que debemos sujetarnos a los líderes, significa que debemos respetar la autoridad que el Señor les ha otorgado. Los cristianos somos llamados a ser personas obedientes, y eso nos hace distintos al mundo. El mundo valora mucho su propia autonomía, no quiere rendir cuentas a nadie, pero el versículo nos llama a obedecer y respetar a nuestros dirigentes.
Podríamos preguntar ¿Y ellos, a quién le dan cuentas? Y el texto dice claramente que ellos están en la gran responsabilidad de dar cuentas al Señor por nuestro avance espiritual.
La labor pastoral es una labor que produce sufrimiento en aquellos que la llevan a cabo. El versículo dice que ellos son los que “velan” por nuestro bienestar, pero el sentido más adecuado es que ellos “se desvelan” o “pierden el sueño” por nosotros.
Es un regalo de la gracia de Dios que podamos tener personas que velen por nuestro bienestar. Los miembros de la iglesia somos las personas más bendecidas porque el Buen Pastor ejerce su cuidado por medio de pastores y ancianos en cada congregación.
Un día, el Señor preguntará a nuestros dirigentes qué hicieron con las personas que Él puso a su cuidado. Preguntará si crecieron espiritualmente, si fueron discípulos, si se parecen a Cristo más que cuando iniciaron bajo su cuidado.
Esto nos habla sobre la inmensa labor que los ancianos y el pastor tienen en nuestra congregación. Por tanto, si ellos tienen esa labor y función de dirigir, el Señor nos llama a ser obedientes en todo, siempre y cuando su dirección esté basada en las Escrituras.
2. COLABORACIÓN
“para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os es provechoso.” (v. 17b)
Muchas veces no somos conscientes de que con nuestras actitudes y acciones podemos hacer que la labor pastoral sea agradable o un tormento completo.
El versículo dice que al obedecer, amar y respetar a nuestros líderes, estamos colaborando “para que lo hagan con alegría” y sin quejarse. Debemos comprender que los líderes han sido puestos en un lugar en que van a servir y sufrir. Y ellos están dispuestos a hacerlo por amor al Señor y a nosotros. Pero eso no nos llama a abusar del regalo que ellos son para nuestra vida.
Un mal hijo reacciona ante la corrección de sus padres diciendo: “Yo no pedí nacer.” Y eso es posible de parte de los miembros frente a la labor pastoral. Muchas veces nosotros pensamos que los líderes están allí por voluntad propia y por puro placer. Pero no nos damos cuenta que es el amor de Cristo el que les impulsa a sufrir por nosotros.
Debemos colaborar con ellos, obedecer con alegría, exhortarles con profundo respeto cuando algo no esté bien. No debemos ser miembros inmaduros y abusivos que empeoran la carga de nuestros líderes. Debemos buscar la manera de estar siempre disponibles para ellos, de servir en las áreas y ocasiones que ellos nos lo pidan, de colaborar y ayudar en todo lo que sea necesario para el avance de la obra. Eso nos traerá beneficios grandes.
Tener pastores que no disfrutan la labor pastoral a causa de nuestra inmadurez y abuso traerá como consecuencia que ellos no hagan su mejor esfuerzo por ayudarnos a crecer. Tener pastores que se sienten apoyados y estimados traerá gloria a Dios y edificación a su iglesia.
El Señor prometió a Israel pastores que les cuidaran, no que se aprovecharan de ellos: “y os daré pastores según mi corazón, que os apacienten con ciencia y con inteligencia.” (Jeremías 3:15)
El Señor por su gracia nos ha dado pastores para que nos guíen en el conocimiento del Señor y en la sabiduría espiritual. Estimemos ese regalo de la gracia de Dios; echemos mano de ese recurso espiritual invaluable; y colaboremos siempre para que su labor sea hecha con alegría.