Por Darrel Bock
He estado escuchando mucho en las plazas públicas sobre las trayectorias. En estas conversaciones la Palabra de Dios es utilizada para argumentar que la iglesia necesita cambiar su punto de vista sobre el matrimonio homosexual, a pesar de que Las Escrituras parecen estar uniformemente en contra de éste. Esto no sólo viene de columnistas de diarios, como Steve Blow en el Dallas Morning News, sino también de comentaristas evangélicos que afirman que la dirección de la Biblia los lleva a ello. Entiendo este deseo de amar, tomado del gran mandamiento (Mat. 22:39), pero también veo que uno puede cuestionar sin ánimo de rebelarse, aceptar un nuevo camino, o conformarse a la cultura, sino con sinceridad.
Preguntas sinceras merecen respuestas sinceras. Este artículo está diseñado para involucrar a aquellos que alegan que la idea real de la Biblia es entrar alegremente a nuestro nuevo mundo desafiante con los brazos y el corazón abiertos. Voy a tratar sobre varias afirmaciones, las cuales argumentan que Las Escrituras no abordan clara y específicamente nuestra situación contemporánea o que Las Escrituras son abiertas e inconsistentes, por lo que dejan espacio para una categoría previamente rechazada.
Afirmación 1: Jesús no habló sobre el matrimonio homosexual, así que al menos fue neutral por no decir abierto a ello. Lo que Jesús no condena, no deberíamos condenar.
Este es un argumento del silencio, pero el silencio no tiene lugar en un vacío. Jesús aborda y define el matrimonio en Mateo 19:4-6 y Marcos 10:6-9 utilizando tanto Génesis 1:26-27 como Génesis 2:24 para explicarlo. Aquí Jesús define y afirma el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer, un reflejo del hecho de que Dios nos hizo varón y mujer para cuidar juntos la creación. Con esta definición, el matrimonio homosexual es excluido. Si Jesús hubiese querido extender el derecho del matrimonio más allá de esta definición, ésta era su oportunidad. Pero Él no lo hizo.
Jesús nunca discutió el matrimonio homosexual porque la forma en que Él definió el matrimonio ya lo excluía. Él no estuvo tan callado sobre el tema como algunos afirman.
Afirmación 2: El Antiguo Testamento (AT) permite toda clase de matrimonios “prohibidos”, incluyendo la poligamia y lo que se calificaría como incesto. Si éstos fueron permitidos, seguramente deberían permitirse las relaciones homosexuales monógamas.
Aquí es donde un vistazo a la trayectoria nos ayuda. Si observamos lo que Las Escrituras realmente enseñan, vemos que (1) estas clases anteriores de matrimonios se retratan constantemente como causa de caos social y no se prescriben tanto como se describen; y que (2) la expansión de la Escritura en el Nuevo Testamento (NT) limita el alcance de las opciones al estándar de una unión monógama entre un hombre y una mujer en el cual el lecho matrimonial debe ser honrado, pero la porneia – infidelidad sexual en todas sus manifestaciones – debe evitarse (Heb. 13:4). Además, los ancianos deben mostrar a la comunidad lo que es ser el marido de una sola mujer (1 Tim. 3:2, 12).
Así que abrir una nueva categoría al matrimonio, en realidad va en contra de la trayectoria de Las Escrituras sobre el matrimonio.
Afirmación 3: El movimiento de prohibir el reconocimiento del matrimonio homosexual es como la ceguera pasada de la Iglesia sobre la esclavitud, los derechos de la mujer, y un universo geocéntrico – donde lo que Las Escrituras enseñaban “claramente”, ahora son vistas como equivocadas.
Es justo señalar que algunos puntos que solían ser considerados claros en Las Escrituras, en realidad han resultado no ser tan claros – e incluso equivocados. La Humildad hermenéutica para todo no es nada malo. Pero es de doble filo. Mientras que con la creación/esclavitud/mujeres se pueden señalar pasajes donde existían contra-tensiones con lo que estaba claro (como la forma en que Pablo pide a Filemón que trate a Onésimo, o cómo María se sentó como discípulo de Jesús, o cómo se dice que el Espíritu mora en toda mujer), no hay texto en el AT o NT, ni siquiera neutral con respecto a la homosexualidad. Cada texto que trata el tema lo hace negativamente.
Así que aquí también la trayectoria nos ayuda, ya que con pasajes sobre relaciones con el mismo sexo no hay trayectoria. La lectura es consistente. Eso debería valer de algo.
Afirmación 4: Nosotros ahora ya no seguimos toda clase de leyes del AT (como leyes respecto a las relaciones sexuales con mujeres en etapa de menstruación, o el comer determinado tipo de alimentos), así que ¿por qué deberíamos aceptar lo que el AT dice sobre relaciones homosexuales?
Ya hemos trazado la trayectoria para esta respuesta cuando señalamos que todos los textos bíblicos sobre la homosexualidad, tanto en el AT y NT, son negativos. Sin embargo, debe hacerse otra observación. Algunas leyes del Antiguo Testamento se ocupan de la cuestión de la inmundicia sujeta al templo y la adoración, que no son categorías de pecado, sino de lo que es conveniente ligado a la adoración. Estas no son leyes morales, sino restricciones que distinguían a Israel de las naciones politeístas circundantes que eran moralmente libertinas y sacrificaban ciertos tipos de animales (y en algunos casos, niños) como parte de su adoración. Esta afirmación no muestra sensibilidad a estas distinciones bíblicas. En algunos casos, termina comparando manzanas con naranjas ya que las cuestiones de inmundicia se dejaron de lado en el NT cuando los gentiles llegaron al redil (Hch. 10:9-29; Ef. 2:11-22; Col 2:13-15).
Nosotros no leemos la Biblia como un texto plano. La Biblia avanza, incluso a lo largo de determinadas trayectorias, de manera que con la llegada de la promesa ciertas partes de la ley son dejadas de lado (Gal. 3; Heb. 8-10).
Afirmación 5: El matrimonio homosexual no hace daño a nadie, así que es moralmente aceptable y las personas deberían tener el derecho de elegir qué hacer.
Este es un argumento que no es tan bíblico como es lógico. A menudo, la respuesta de la iglesia ha sido que el diseño del ser humano revela lo incorrecto de la homosexualidad debido a la maternidad. Una pareja del mismo sexo no puede procrear un niño. Pero, ¿qué dice ello acerca de solteros o parejas que no quieren o no pueden tener hijos? Esa refutación es justa. El matrimonio no se trata sólo de traer niños, ni el sexo es sólo para procrear. El Cantar de los Cantares eleva el amor en el matrimonio como el tener su propio merecimiento en sí mismo, al igual que muchos salmos y proverbios lo hacen.
Pero aquí hay otro lugar en donde el surgimiento del género en su distinción importa. En Génesis 1 y 2, la creación de Dios del varón y la mujer como un par complementario – una pareja de otra persona como yo, pero no del mismo género, ambos hechos a imagen de Dios – se ve como parte del diseño de Dios. Esa imagen implica tanto varones como mujeres. El matrimonio representa su cooperación mutua en una diversidad diseñada para administrar la creación de Dios. Esto es visto como un pináculo de la creación, ya que es el contexto en el cual Dios nos llama a administrar bien el mundo. Parte de ese diseño de la creación es acerca de la crianza de futuras personas,en donde se requiere y aprecia el respeto por cada género.
Ahora hago una pregunta difícil con sinceridad: ¿cómo son el respeto y el aprecio por ambos géneros mejoradas, afirmados y modelados en el matrimonio homosexual? Ni siquiera tienen la posibilidad de demostrarlo. En un sentido algo irónico dado nuestro deseo de ser políticamente correcto, el matrimonio entre personas del mismo sexo es discriminatorio, púes solo un género vale en la relación.
Sin embargo, las personas tienen el derecho de elegir con quien vivir y son moralmente responsables ante Dios por sus elecciones. Al final Él nos juzgará – heterosexuales y homosexuales – por cómo hemos vivido en estas áreas, sin considerar nuestras leyes nacionales. El pedido de la iglesia no ha sido motivado por el odio o el miedo, sino por una creencia genuina que la forma en que elegimos vivir en la más básica de las relaciones afecta a nuestra sociedad para bien o para mal. Así que debemos elegir sabiamente, tanto a nivel individual como grupal. Para aquellos que confían en Las Escrituras, esto significa caminar alineado con el diseño y las normas que Dios dice son mejores para el amor y prosperidad.
Afirmación 6: El mundo antiguo no entendía el amor genuino entre personas del mismo sexo, así que esta es una nueva categoría para considerar.
Al parecer, ni Jesús ni Pablo ni siquiera Dios Padre – que inspiró Las Escrituras – reconocieron esta potencial categoría. Pero esta afirmación ignora cuan generalizadas eran las relaciones homosexuales en el mundo antiguo. No todas ellas eran abusivas o eran ejercicios de poder social. Este es un ejemplo clásico de “esnobismo cronológico”, que CS Lewis describió como “la aceptación sin cuestión del clima intelectual común a nuestra época y la suposición de que todo lo que es anticuado debe ser desacreditado” (Surprised by joy, 206), y que su amigo Owen Barfield explicó como la creencia de que, intelectualmente, la humanidad “languideció durante incontables generaciones en los errores más infantiles sobre todo tipo de temas cruciales hasta que fue redimida por algún simple argumento científico del siglo pasado” (History in English Words, 154).
Tal afirmación subestima drásticamente las opciones que se presentaban en la vida antigua, y no toma en cuenta el hecho de que la cultura antigua rechazó continuamente la idea del matrimonio entre personas del mismo sexo. Este punto es importante para la comprensión de la inclusión de Pablo de este tipo de relaciones en la categoría de porneia (Rom. 1:2-27; véase también Jesús – Mat. 15:19). La infidelidad señalada no es sólo a otra persona, sino también al diseño divino complementario del hombre y la mujer a imagen de Dios.
Algo Sagrado y Profundo
El prestar atención seria a la trayectoria de las Escrituras – incluso si apunta a ser monógamos y amorosos – no abre la puerta a la aceptación del matrimonio homosexual. De hecho, hace lo contrario.
La revelación divina nos da toda indicación de que hay algo sagrado en la imagen de Dios siendo varones y mujeres, y algo profundo sobre el matrimonio entre un hombre y una mujer (Ef. 5:32) – algo que hace el matrimonio único entre todas las relaciones humanas
Originalmente publicado para The Gospel Coalition
Fuente original: http://www.thegospelcoalition.org/article/bible-same-sex-marriage-6-wrong-trajectories
Traducido para Evangelio Verdadero por: Mauro Esteban Arellano Vargas