“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.” —Génesis 2:7
El hombre siendo privilegiado al ser creado por las mismas manos de Dios, tenía muchos de Sus atributos, y digo muchos porque el hombre no podía ser omnipotente, omnipresente y omnisciente, sin embargo, no había pecado en él, era santo, no había malos pensamientos en él, no tenía un tiempo definido de vida.
Poseía un alma sana no corrompida, un cuerpo sano no corrompido, una mente y pensamientos sanos, sus ojos no observaban con malicia, sus oídos, todo su ser era conforme a la naturaleza divina de Dios.
Ese fue el plan cuando Dios hizo al hombre, sus pensamientos hacia Él siempre fueron buenos, cuando Dios hizo al hombre no lo hizo con la intención de hacer un drogadicto, un asesino o un adúltero. En la misma sintonía de carácter con respecto de la mujer, cuando Dios la hace de la costilla del hombre, su intención principal fue hacerle al hombre una ayuda idónea. Cuando Dios hizo a la mujer no la hizo con la intención de hacer de ella la peor prostituta del mundo ni la mujer más esclavizada de la tierra.
Distorsión del diseño original
Pero ¿Cómo sucedió esto? ¿Qué pasó en el huerto del Edén que distorsionó el diseño original de Dios para el hombre? ¿Qué fue tan fuerte que hizo que la mente, alma y cuerpo del hombre hacia Dios cambiara tan trágicamente?
“Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.” —Romanos 5:12
El pecado
No es algo tangible y físico, no es algo que puedas ver, es decir puedes ver a un hombre beberse una cerveza, pero no puedes ver el pecado en sí, su naturaleza.
Esta fue la razón principal por la cual Dios se despojó de lo que más amaba, esta es la razón principal por la cual Jesús ofreció su vida misma desde que nació en ese pesebre hasta que murió en ese madero.
Yo odio la cerveza, esto es por la razón que me recuerda cuando mi padre bajo efectos de alcohol golpeaba el cuerpo de mi madre, odio la cerveza por que me recuerda la separación de mis padres, sé que algunos hombres también la odian, o el cigarro, o las drogas y es por que por causa de ello sufrieron una tragedia.
Cuanto amamos a Jesús, lo cantamos, lo decimos cuando oramos, en realidad no hemos llegado al punto de odiar aquello que lo llevó a la cruz, el pecado.
Todo cambió
La relación entre Dios y Adán no fue la misma. Hubo un cambio tan rotundo, la tierra misma sufrió consecuencias también. ¡Oh ya no existe el mismo Adán!, sus atributos fueron corrompidos, después de ello la mente de Adán ya no era la misma, el cuerpo no era el mismo, sus pensamientos, su alma, su corazón. Así de trágico fue el cambio en Adán y Eva su mujer. A partir de ello podemos decir que el Adán del que hablamos es totalmente igual a nosotros. El pecado no solamente entró al mundo, primero entró en Adán, Adán se lo transmite a sus hijos y de sus hijos vemos la primera manifestación del pecado.
“Y dijo Caín a su hermano Abel:Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató. Y Jehová dijo a Caín:¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió:No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?” —Génesis 4:8-9
- Maquinación
- Mentira
- Rebeldía
- Soberbia
- Asesinato
“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová:Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho.” —Génesis 6:5-7
Esto sucedió hace miles de años y aún somos las mismas personas; en el tiempo del diluvio Dios exterminó todo lo que había en la tierra, únicamente sobrevivió una familia de ocho personas, y el exterminio se debió única y exclusivamente por una razón: el pecado.
No estamos lidiando con algo simple, sencillo y sin importancia, esto es algo muy serio, se trata de nuestra eternidad. No se trata de una gripe, un catarro, se trata del pecado, la fuerza más letal que existe en este planeta tierra, su poder es universal, su salario es la muerte.
Mentira, engaño, soberbia, orgullo, calumnia, odio, rencor, adulterio, fornicación, alcohol, homicidio, suicidio, masturbación, pornografía, avaricia, codicia, lujuria, lascivia, sexo ilícito, pleitos, contiendas, orgías, y aún mucho más por mencionar.
¡Oh qué merecedor es el hombre del infierno!, tan fácil que pecamos, somos tan vulnerables en cuanto a las acechanzas del maligno, en un examen salimos reprobados. Todos los días Dios está airado contra el pecador (Sal. 7.11)
Dios en su misericordia ha provisto un plan
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.” —Juan 3:16-18
Este a sido el plan perfecto: la salvación del hombre pecador por medio de Jesús.
El hombre que se conduce en la vida sin Jesús es un hombre condenado, el hombre más débil, sencillo, que posee a Jesús en su corazón y que sus obras lo demuestran puede vivir confiado, pues, sabe que aunque no tenga bienes y riqueza, él lo posee todo, no necesita más y es un hombre tan agradecido que reconoce que fue el pecado quien llevó a Jesús a ser masacrado y esto hará que el aborrezca el pecado.