Por Emmanuel Alfonzo
Navidad era sin duda la época del año más esperada para mí, como para casi todo niño, por lo menos en México. Toda mi familia materna se reunía en casa de los abuelos. Los primos de fuera venían por varios días y todo era fiesta, juegos, comidas, y por supuesto la cena de víspera de navidad y los regalos!
Pero hay otra cosa que viene a mi mente cuando recuerdo la época de navidad en mi infancia y es “El nacimiento” que colocaba mi abuelita cada año en la sala; ésta representación simbólica, con figuras artesanales, del pesebre y de la escena completa del nacimiento de Jesús, el cual tiene su origen en los “montajes vivientes” que recreó San Francisco de Asís hace más de 800 años, y que forma parte muy arraigada de la tradición navideña mexicana tanto para católicos como para muchos evangélicos.
Recuerdo los “rezos” que mi abuelita (quien era católica para aquel tiempo) organizaba, venían muchas señoras y rezaban “El Rosario al Divino Niño Jesús” con sus 5 misterios y todas sus letanías alrededor del “nacimiento”, con velas en las manos y todos tratando de mantener una actitud devota y solemne; a algunos les salía mejor que a otros. Las dos frases que más recuerdo que se repetían eran: “Santa María, madre de Dios” y “Divino niño Jesús”. La verdad se oían como vanas repeticiones religiosas, pero al analizar ahora las declaraciones que éstas personas hacían en dichas letanías, me asombro de ver la profundidad teológica de ellas; veamos:
LETANÍAS
Divino Niño Jesús
Verbo del Padre Eterno, conviérteme.
Hijo de María, tómame como hijo tuyo.
Maestro mío, enséñame.
Príncipe de la Paz, dame la paz.
Refugio mío, recíbeme.
Pastor mío, alimenta mi Alma.
Modelo de paciencia, consuélame.
Manso y Humilde de corazón, ayúdame a ser como tú.
Redentor mío, sálvame.
Mi Dios y mi todo, dirígeme.
Verdad eterna, instrúyeme.
Apoyo mío, dame fuerzas.
Mi justicia, justifícame.
Mediador mío con el Padre, reconcíliame.
Médico de mi Alma, cúrame.
Juez mío, perdóname.
Rey mío, gobiérname.
Santificación mía, santifícame.
Pozo de bondad, perdóname.
Pan vivo del cielo, nútreme.
Padre del prodigo, recíbeme.
Júbilo de mi Alma, sé mi única felicidad.
Ayuda mía, asísteme.
Imán de amor, atráeme.
Protector mío, defiéndeme.
Esperanza mía, sostenme.
Objeto de mi amor, úneme a ti.
Fuente de mi vida, refréscame.
Mi Divina Víctima, redímeme.
Mi último fin, déjame poseerte.
Mi Gloria, glorifícame.
Divino Niño Jesús, en ti confío.
¡Wow! ¡Es tremendo lo que se está declarando allí!
Por el otro lado, dentro de los círculos evangélicos dentro de los cuales crecí, escuchaba más debates sobre la manera de celebrar navidad (que si se debe poner nacimiento o no, que si se debe poner arbolito o no, que si Jesús nació en esa fecha o no, etc.) qué enseñanzas profundas respecto a la teología del nacimiento de Jesús. No que no las hubiera, pero de alguna manera, el protagonismo siempre lo robaba algo más.
Sin duda, tanto católicos como evangélicos tienen claro que navidad es acerca de Jesús; pero la pregunta que surge es si verdaderamente se cree eso que se está declarando en ambos casos; que Jesús es, conforme a las escrituras, el hijo de Dios, el verbo de Dios encarnado, Dios mismo haciéndose carne y habitando entre nosotros, y si nuestras vidas reflejan que creemos esto.
El Apóstol Juan lo declara contundentemente en su Evangelio desde el principio; sin demora, procede a aclarar quién es y cuál es la naturaleza de la persona de la que va a hablarnos en todo su evangelio:
JUAN 1:1-14 LA BIBLIA TEXTUAL
El Logos
1 En un principio era el Logos, y el Logos estaba ante Dios, y Dios era el Logos. 2 En un principio Éste estaba ante Dios. 3 Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él, nada de lo que ha sido hecho fue hecho. 4 En Él había vida, y la vida era la luz de los hombres. 5 La luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. 6 (Hubo un hombre enviado de Dios, de nombre Juan; 7 éste vino como testigo para que diera testimonio de la luz, a fin de que todos creyeran por él; 8 no era él la luz, sino para que diera testimonio de la luz.) 9 La luz verdadera, que alumbra a todo hombre al venir al mundo, 10 estaba en el mundo, y el mundo fue hecho por Él, pero el mundo no lo conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no lo recibieron, 12 pero a todos los que lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, 13 los cuales no nacieron de sangres, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 14 Y el Logos se hizo carne, y tabernaculizó entre nosotros, y contemplamos su gloria (gloria como del Unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Lo que Juan está declarando aquí, es la afirmación más osada, extraordinaria y controversial de la historia de la humanidad; Jesús es Dios, el Verbo encarnado.
Y Juan está convencido de esto; ¿Quién se lo reveló? Jesús mismo.
JUAN 10:30-33 LA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS (LBLA)
30 Yo y el Padre somos uno[a]. 31 Los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. 32 Jesús les dijo[b]: Os he mostrado muchas obras buenas que son del Padre. ¿Por cuál[c] de ellas me apedreáis? 33 Los judíos le contestaron: No te apedreamos por ninguna obra buena, sino por blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios.
Juan afirma: “y contemplamos su gloria, gloria como la del Unigénito del Padre…” Juan no sólo lo escuchó de Jesús, sino que pudo verlo y experimentarlo de primera mano en su caminar con Él.
Nunca nadie se ha atrevido a decir algo como esto, ninguna otra religión se atreve a proferir una declaración como esta, Mahoma jamás dijo que él es Alá, Buda jamás diría que él es el hijo de Brahma, Sócrates jamás dijo que él era Zeus, etc.
- Juan afirma la eternidad de Jesús, un atributo sólo posible para Dios, al mencionar que “En el principio era el Logos (Verbo)”, refiriéndose al mismo “principio” del que hable Génesis 1:1 previo a la creación de todo lo que existe; y dice que éste “Logos” estaba ante Dios en ésta eternidad.
- Enseguida afirma que éste “Logos” es Dios mismo; la misma persona. Una afirmación bíblica más de la doctrina de la Santa Trinidad de Dios.
- Hace alusión de Él como partícipe de la creación, atribuyéndole el poder creador y el poder para iluminar y dar vida a los hombres.
- Juan el Apóstol, dice que Juan el Bautista también daba testimonio de aquel que es la Luz de los hombres.
- Que vino al mundo que Él mismo creó para iluminarlo con Su verdad pero los hombres le rechazaron eligiendo vivir en la sombra del mundo oscurecido por el pecado.
- Y entonces nos da una declaración de propósito de la encarnación del Verbo de Dios: Dotar a los que creen en Su nombre de la facultad de llegar a ser hijos de Dios.
Ser reconciliados por medio de la fe en Él con Dios por la expiación que El ofrecería por Su pueblo, aquellos que son de la fe en Cristo Jesús.
Y luego la afirmación del versículo 14 es maravillosa; “Y el Logos (Verbo) se hizo carne…” es curioso que no dice se hizo “hombre” sino “carne” dejándonos ver, como leemos en Filipenses 2:6-11, su disposición amorosa para despojarse de Su deidad y hacerse carne, como uno de nosotros, vulnerable y dispuesto a sufrir en representación de todos nosotros el castigo que nosotros merecíamos después de haber vivido, también en representación nuestra, en Su condición humana, la vida de santidad y rectitud que nosotros debimos haber vivido. - “y tabernaculizó entre nosotros”, creo que una de las declaraciones más gloriosas para la humanidad completa. ** Elegí la traducción de la Bíblia Textual BTX, porque le da el sentido más integral a la palabra griega eskénoó que la mayoría de las versiones traducen correctamente como habitó entre nosotros, pero cuya connotación es en el sentido de establecerse o habitar en o como si fuera una tienda de campaña, haciendo alusión al tabernáculo donde El Señor habitaba en medio de su pueblo, antes del templo, en el A. T.
- Cristo Jesús es, pues, DIOS MISMO ESTABLECIENDO SU HABITACIÓN ENTRE NOSOTROS, como afirma también Mateo al citar la profecía de Isaías 7:14.
MATEO 1:23 LA BIBLIA DE LAS AMÉRICAS (LBLA)
23 He aquí, la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel, que traducido significa: Dios con nosotros.
- Dios entre nosotros mostrándonos Su gloria, aquella Gloria invisible haciéndola visible para nosotros en Cristo Jesús.
- Dios entre nosotros dándonos a conocer Su Gracia en la persona, la obra, la muerte sacrificial y la resurrección de Cristo Jesús a nuestro favor, para darnos la potestad de llegar a ser hijos de Dios por la fe en Él.
- Dios mostrándonos Su verdad en el Evangelio de Cristo Jesús, el bebé que nació para iluminarnos con Su verdad y para darnos vida con Su muerte.
- Navidad no es simplemente un acontecimiento histórico que recordamos; ¡es la celebración del hecho más glorioso que nos aconteció como humanidad! Y es digno de ser celebrado todos y cada uno de nuestros días.
- Celebramos el nacimiento de nuestra Luz y nuestra salvación, no el de un maestro más, un revolucionario más, un sabio más.
- A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” debe ser para nosotros un continuo recordatorio de cómo podemos estar nosotros hoy también rechazando a aquel que es nuestra Luz y nuestra salvación y cambiándolo por cualquier otra cosa que nosotros queremos que sea.
- Permitamos que el asombro por la gloria y por la gracia de Dios manifestada a nosotros en Cristo Jesús, el niño que nació para salvarnos de nuestros pecados y darnos la potestad de llegar a ser hijos de Dios invada por completo nuestras mentes, nuestros corazones y nuestras festividades navideñas.
- Si tú aún no has entregado tu vida a Jesús; piensa en esto y ríndete delante de aquel que te creó y que vino para iluminarte con Su Luz y darte vida, vida eterna si tú te vuelves a Él en arrepentimiento por tus pecados y en fe en lo que Él hizo por ti.
- Qué ésta y cada navidad, independientemente de que Jesús no nació en Diciembre, si hemos de celebrar; que no sea una vana repetición, que ninguna controversia superficial, o tradición o costumbre adquirida se roben el protagonismo.
- Que juntos podamos celebrar la gloria del verbo encarnado para nuestra redención.
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