Por Jorge Rivera
Antes de que Pedro negara a Cristo la noche de su crucifixión, Pedro en su mente tenía la idea que él tenía una adoración sin ninguna clase de reservas para su Señor. Como cualquiera de nosotros Pedro supuso que su adoración por el Señor era mucho mayor que cualquier otro amor que pudiera tener.
Recordemos un poco lo que dice Marcos 14.31 ““Aunque tenga que morir junto a Ti, no Te negaré.” Y todos decían también lo mismo”. “Te aseguro” le contestó Jesús , “que hoy, esta misma noche, antes que el gallo cante dos veces, Me negarás tres veces.” (Marcos 14.30). Recordemos que Pedro era muy orgulloso y seguro de sí mismo, por tanto ¿te imaginas lo ofensivo que fue para él escuchar a su maestro, a quien él decía amar por sobre todas las cosas, hacer estas declaraciones? Pero estoy mas seguro que lo que más le dolió a Pedro y que sacudió fuertemente su alma fue la manera en que Jesús lo miró después de que lo había negado. (Lucas 22.61). Cuando la mirada de Pedro se conectó con la del Señor, en esa profunda mirada él comprendió la condición caída en la que su corazón se encontraba y el verdadero fondo de su amor y adoración. Y fue cuando salió y lloró amargamente.
Elyse Fitzpatrick habla respecto a este tema de la condición de nuestro corazón en cuanto los ídolos que hacemos lo siguiente “Los ídolos no son sólo estatuas de piedra. ¡No! Los ídolos son pensamientos, deseos, anhelos y esperanzas a los que rendimos culto en lugar de hacerlo al Dios verdadero. Los ídolos hacen que ignoremos al Dios verdadero”.
Recordemos que Pedro había visto al Señor dos veces después de su resurrección, pero todavía estaba luchando con su pecado y los amores que había en su corazón. Misericordiosamente nuestro Señor Jesucristo lo ayudó a que pudiera entender su debilidad. Recordemos cuando Jesús preparaba el desayuno para sus discípulos en la playa, con amor confronto a Pedro. Tres veces le pregunto a Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿Me amas más que a estos?” (Juan 21.15). En el griego, Jesús le preguntó a Pedro: “¿Me amas con una devoción que todo lo consume y que excluye todos los otros amores?” Dos veces Pedro eludió el tema y declaró que tenía un gran afecto por el Señor.
La tercera vez Jesús cambió Su pregunta: “¿Tienes un gran afecto por mi? Pedro angustiado y triste fue obligado a admitir: “Señor Tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero” (Juan 21.17). Y me imagino que es como si Pedro finalmente estuviera diciendo: “Señor, tu conoces completamente mi corazón, Tú conoces los amores vacíos que albergo ahí que quitan mi atención de lo eterno. Yo te amo, pero Tú sabes cómo he fracasado constantemente en amarte, amando otras cosas, en especial lo que los demás piensen de mi. ¿Te amo mas que a estos? Señor, solo Tú lo sabes”. Y la respuesta tan llena de gracia de nuestro Señor fue: “ Sí, Pedro, lo sé. Y ahora tú también. Ahora sírveme cuidando a las personas, pero al hacerlo, recuerda a quién estás sirviendo. Recuerda a quien tienes que adorar profundamente”.
Obviamente el Señor sabía que Pedro sería débil, que fallaría… como todos nosotros. Con frecuencia no representamos a nuestro Salvador como deberíamos y es porque tenemos los mismos amores que tenia Pedro en nuestros corazones. Tenemos mucho miedo de que otros nos censuren, que se burlen, o incluso que nos persigan. Somos igual que Pedro y no me vayas a decir que no.
En medio de esta situación, en medio de esta triste realidad está la gozosa verdad que nos trae esperanza a cada uno de nosotros. Nos queda claro que Pedro le pertenecía al Señor, eventualmente Pedro prevalecería, y su fe no fracasaría por completo. La fe de Pedro resistiría y crecería gracias a su fracaso porque el Señor había orado por él (Lucas 22.32). Puedes consolar tu corazón con esta maravillosa verdad de que Él también ora por ti. (Hebreos 7.25).
Créeme que aunque fallamos, aunque adoramos a otros dioses, podemos descansar en la verdad de que Dios nos salva para siempre. Esto es porque nuestro Señor Jesús estaba orando por nosotros y sabemos que Sus oraciones, siempre son de acuerdo a la voluntad de Dios (Juan 11.41-42).
En la lucha que tenemos en contra de la idolatría aprendemos poco a poco a descansar en el poder de Su oración. El hecho de que luches con ídolos o amores en tu corazón no impacta al Señor más que las negaciones de Pedro. Pero Dios sostuvo a Pedro durante su caída y Él te sostendrá a ti.
Recuerda que Jesús sabía que Pedro lo negaría, pero por Sus oraciones la fe de Pedro siguió viva y creciendo y siendo una bendición para nosotros. La negación de Pedro me consuela demasiado porque se que todas las veces que he negado al Señor, Él está orando por mi y me está desafiando a enfocar mi amor en Él de todo corazón.
¿Quién o qué contiende con más fuera por tu amor? evalúa las relaciones con tus padres, cónyuge hijos, jefes y amigos. Mi deseo es que tu anhelo y gozo este en el Señor.
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