Por Madai Sotomayor
Mis metas de año nuevo se quedaron atrás.
Cada final de año, la mayoría de nosotros, escribimos y publicamos metas para cumplir en el nuevo año que se aproxima, muchas de ellas son buenas metas, buenos objetivos para alcanzar. Tener mejor alimentación, comprar un coche, leer la Biblia completa en un año, hacer ejercicio, tener una casa propia etc.
Jesucristo dijo en el sermón del Monte:
No acumuléis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde los ladrones irrumpen y hurtan, sino acumulaos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde los ladrones no irrumpen ni hurtan, porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón. Mt 6.19–21.
No quiero que me malentiendan, no quiero decir que es pecaminoso el desear tener una propiedad y trabajar para eso. Pero observé mi lista de metas para el 2020, y la vi un poco desbalanceada. Las metas que escribimos a principio del año son anhelos en nuestros corazones. Anhelamos que nuestra vida cambie para bien. Pero nosotros dictamos lo que creemos que es lo mejor para nosotros y en muchas ocasiones perdemos el enfoque para el cual hemos sido creados.
Porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón. Mt 6. –21.
¿Dónde está mi corazón?
En el sermón del monte, Jesucristo expuso temas que en esa época, y en la de ahora, apuntan directo a nuestros corazones, él habló sobre: las pruebas y dificultades, el sufrimiento, la injusticia, la misericordia, paz, persecución, entre otros temas. Por alguna razón y por una buena razón, Jesucristo tocó el tema de nuestras prioridades, nuestros anhelos, nuestras motivaciones.
El mandato es indicativo: No acumuléis tesoros en la tierra, sino acumulaos tesoros en el cielo, vv.19-20.
¿Podríamos contestar, pero porqué es esto así? El mismo texto responde:
porque donde está tu tesoro, allí estará también tu corazón.
No se trata de las posesiones en primer plano, porque no hay nada pecaminoso en ellas en sí mismas.
No es lo que entra por la boca lo que contamina al hombre, sino lo que sale de la boca, eso contamina al hombre., Mt 15.11.
Es todo lo que está dentro de nuestro corazón, ese es nuestro tesoro. Lo que más apreciamos y lo que dicta nuestra toma de decisiones en nuestras vidas y nuestras prioridades, eso que ocupa la mayoría de nuestra agenda.
¿Somos extranjeros?
Hace meses viví como extranjera en un país que no era el mío a causa de mis estudios. Durante el tiempo que viví en ese país, sabía que no tenía los mismos derechos que personas que eran originarias de allí, extrañaba la comida de mi país, a mi familia, mi iglesia. Aprendí muchas cosas nuevas y conocí a personas nuevas. Pero no era mi nación.
Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo Filipenses 3.20
Pablo hace esta comparación de los creyentes en Filipos y aquellos que –solo piensan en lo terrenal´ filipenses 3.19.B.
La tierra en la que vivimos, no nos pertenece, lo que poseemos algún día será quitado o será degradado con el tiempo. ¿Por qué nos afanamos queriendo construir castillos aquí en la tierra? El Señor Jesús no tenía donde recostar su cabeza y su prioridad fue mostrar las buenas nuevas y cumplir con el plan que su Padre le había ordenado. Y para ti…
¿Cuál es la prioridad en tu vida?
Fotografía por Unsplash.