Por Walter Jolón
En el artículo anterior expliqué de manera resumida qué es Coram Deo, si no lo has leído te invito a que lo leas aquí para que tengas un mejor contexto de lo que hablo en este artículo.
Todo cristiano es llamado a vivir Coram Deo, pero no todo cristiano está consciente que debe vivir Coram Deo, ese es el objetivo principal y preponderante de este artículo, enseñarnos, recordarnos y motivarnos a vivir delante de la presencia de Dios, además, también pretende informarnos del significado histórico de Coram Deo, su relevancia para nuestros días, además, aprender sobre el pensamiento y el legado de los reformadores para nuestras vidas y para nuestras iglesias.
Coram Deo significa que vivimos y estamos ante la presencia de Dios, eso nos llama a vivir vidas íntegras y consagradas. Una vida íntegra es aquella vida que busca la indivisibilidad de pensamiento y comportamiento, es una vida que no claudica en sus ideas y sus hechos, es una vida marcada por mostrar coherencia y consistencia entre sus dichos y sus hechos, tanto en secreto como en público, ser los mismos en nuestro trabajo, la iglesia, el hogar, la universidad, el colegio, etc.
Buscar la integridad para que seamos vistos justos y rectos por los demás es caer en una actitud simplista y moralista, pero buscar ser rectos e íntegros como resultado de corazones afectados por el Evangelio, es buscar hacer las buenas obras que deben adornar una vida que ha sido salvada y regenerada por la gracia de Dios, buscar rectitud e integridad de esta manera es estar conscientes de que vivimos por Dios y para Dios, es estar conscientes de que todo lo que hacemos lo hacemos porque vivimos ante la presencia de Dios, no recurrimos a buscar la rectitud y la integridad para buscar la aceptación de Dios sabiendo que Él observa absolutamente todo, desde el movimiento de las partículas subatómicas que componen un átomo hasta el comportamiento de todas las galaxias que conforman el universo, buscamos ser rectos e íntegros porque es satisfactorio y placentero para nosotros obedecer los estatutos y decretos del Señor, sabiendo que Él es omnipresente y que todo lo que hacemos lo hacemos para Su gloria, recordando siempre que el Padre ya está complacido por la obra suprema de Cristo, tanto en la vida justa, recta y piadosa que llevó en la tierra, como por su sacrificio sustitutivo y expiatorio que llevó a cabo en la cruz del Calvario, como también por su gloriosa resurrección de entre los muertos, descansamos en una satisfacción plena y completa de Dios por esa obra maravillosa y llena de gracia de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, sin embargo, aunque descansamos en ella, nuestra tarea y nuestro deber es jamás olvidar que como cristianos somos llamados, pero que también somos llevados por el Espíritu de Dios a vivir vidas Coram Deo, y eso es simplemente glorioso y maravilloso.
Coram Deo nos llama a vivir vidas santificadas, un cristiano cuando está consciente que debe librar una batalla constante en contra del pecado trabajará incesantemente para no ser vencido por las diferentes tentaciones que debe enfrentar en cada segundo de su diario vivir. Cuando una mente es gobernada por el Espíritu de Dios pensará y actuará de una manera parecida a lo que el rey David escribió en uno de los salmos, leamos lo que dice el salmista: “1Señor, tú me has examinado y me conoces; 2tú sabes cuándo me siento o me levanto; ¡desde lejos sabes todo lo que pienso! 3Me vigilas cuando camino y cuando descanso; ¡estás enterado de todo lo que hago! 4Todavía no tengo las palabras en la lengua, ¡y tú, Señor, ya sabes lo que estoy por decir! 5Tu presencia me envuelve por completo; la palma de tu mano reposa sobre mí. 6Saber esto rebasa mi entendimiento; ¡es tan sublime que no alcanzo a comprenderlo! 7¿Dónde puedo esconderme de tu espíritu? ¿Cómo podría huir de tu presencia? 8Si subiera yo a los cielos, allí estás tú; si me tendiera en el sepulcro, también estás allí. 9Si levantara el vuelo hacia el sol naciente, o si habitara en los confines del mar, 10aun allí tu mano me sostendría; ¡tu mano derecha no me soltaría! 11Si quisiera esconderme en las tinieblas, y que se hiciera noche la luz que me rodea, 12¡ni las tinieblas me esconderían de ti, pues para ti la noche es como el día! ¡Para ti son lo mismo las tinieblas y la luz!” —Salmo 139.1–12, RVC, David está consciente que el Señor está presente en cada instante de su existencia, de igual manera, nosotros debemos cultivar una mente como la del dulce cantor, una mente que conciba que nuestro buen Dios observa y está presente en cada pensamiento, cada acción, cada mirada, cada lugar; no podemos escapar de la presencia de Dios, pero tampoco queremos hacerlo porque de eso se trata Coram Deo, de vivir intencionalmente ante la presencia de Dios. Olvidar vivir de esta manera nos puede llevar a un caos espiritual y a pecar de maneras muy graves, recordemos por un momento lo que tuvo que padecer David cuando pecó y adulteró con Betsabé, ¿qué le sucedió al famoso salmista? ¿qué le pasó a aquel hombre celoso del nombre de Dios? Un momento de distracción, un olvido momentáneo de los mandamientos divinos lo llevó a convertirse en un promotor de blasfemias contra Dios, caer en la inmoralidad sexual, y ser el autor intelectual de la muerte de Urías, el esposo de Betsabé, también podemos recordar al hijo desobediente y perdido de la parábola que Jesús narró ante una audiencia compuesta por fariseos y cobradores de impuestos, el hijo que pidió a su padre la parte de la herencia que le correspondía y pecó de maneras terribles, pero, en un momento de reflexión ante la humillación, recordó que había pecado contra el cielo, tuvo noción de que su transgresión había traspasado la esfera natural para pecar en contra de Aquel que habita en las alturas.
David reaccionó ante la reprensión del profeta Natán, el hijo pródigo ante las circunstancias, los dos olvidaron por un tiempo que el pecado va más allá de ofender a hombres mortales, fueron conscientes que su pecado afrentó a un Dios que es tres veces santo, olvidar que Dios gobierna y controla absolutamente todo nos lleva a vivir en libertinaje y a subestimar la pecaminosidad del pecado, por ejemplo: un joven podría pensar que no es tan grave engañar a su novia, a que un hombre engañe a su esposa, un estudiante podría estar engañando a sus profesores copiando a sus compañeros y haciendo trampa en los exámenes, un hombre de negocios que no es honesto con tal de obtener un poco más de ganancias, un trabajador que prefiere mentir en su trabajo antes que aceptar su culpabilidad y responsabilidad ante alguna equivocación; podría mencionar muchos más ejemplos, pero mi punto es que debemos estar luchando constantemente contra el pecado porque vivimos ante Dios, sin embargo, debemos de ser realistas, no vamos a lograrlo a la perfección y que, cuando fallemos y pequemos, corramos hacia Cristo, nuestro abogado, porque sólo Él ha sido capaz de complacer perfectamente al Padre, es por eso que siempre descansamos ante esa realidad y no descuidamos nuestra vida sino que buscamos pensar de la misma manera en la que David plasmó su pensamiento en el salmo que estudiamos anteriormente y poder decir al igual que él: “Tu presencia me envuelve por completo”.
Pregunta: ¿Has tenido luchas para buscar vivir delante de la presencia de Dios? Déjanos un comentario presionando el botón.
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