Hay muchas razones y propósitos por los que Jesús nació: vino a buscar y salvar lo que se había perdido, vino a ser la puerta de sus ovejas, vino a dar vida en abundancia, vino a acercar el reino de los cielos, vino para que todos los que le recibieran fueran llamados o hechos hijos de Dios. Pero yendo a la raíz, a la parte toral del propósito fundamental por el que Jesús naciera, proponemos resumirlo en estos cuatro propósitos que a continuación comentamos:
1.- VINO A HACER LA VOLUNTAD DEL QUE LO ENVIÓ:
Así lo afirma Juan 6:38, esta afirmación nos habla de la sujeción que Jesús mostró todo el tiempo a la autoridad de su Padre, nos habla de que su vida y ministerio sobre esta tierra fueron totalmente sujetos a la voluntad del Padre y que como Él mismo lo dijo, no decía nada sino solamente lo que su Padre le decía y no hizo nada sino lo que vio hacer a su Padre. Hoy cada día más se escuchan cristianos pedir la voluntad de Dios, se escuchan en ambientes cristianos las expresiones populares de solo quiero hacer la voluntad de Dios, pero cuando analizamos cuál es esa voluntad de Dios, está completamente escrita en la Biblia, está trazada en las Escrituras. Cuando somos confrontadas con ellas, tomamos muchas veces lo que nos conviene y desechamos lo que no es aplicable a nuestras vidas en ese momento. El Verbo de Dios se hizo hombre para enseñarnos cómo se hace la voluntad del Padre.
2.- VINO PARA HABLAR LAS PALABRAS DE DIOS:
Es lo que Jesús dice en Juan 12:49, nunca Jesús vino a hablar palabras, pensamientos, propuestas, ideas o iniciativas de su propia cuenta, sino que habló solamente lo que su Padre le indicó. Esto es clave en el entendimiento de que lo que Jesús enseñó verbalmente vino directamente del cielo y que lo que Jesús le dijo a cada discípulo, a cada persona con la que interactuó en su vida, vino como una instrucción definida y clara de parte de Dios. Los cristianos de hoy en día hablamos mucho, tenemos muchas buenas ideas y propuestas, nos gusta hacer referencias a frases célebres de hombres y mujeres famosos, frases célebres y trascendentes (no que sea incorrecto citarlas), pero es momento que como Jesús, regresemos a decir, referir y hablar las palabras de Dios como prioridad en nuestras vidas. Dice la Biblia que hablemos entre nosotros con salmos, himnos y cánticos espirituales (Efesios 5:19) y se refiere exactamente a tener en nuestras conversaciones, discusiones, negocios, enseñanzas e interacciones verbales a la palabra de Dios como nuestra base y no que la citemos con exactitud, pero que la palabra se haga viva en nuestras conversaciones. Qué más podemos agregar de las enseñanzas que se dan en las congregaciones cristianas, que deben de ser totalmente basadas en las sagradas escrituras, producto de estudios serios y a la vez sencillos, cuyo sustento único sea la Biblia, la palabra de Dios, porque Jesús vino a hablar las palabras de Dios.
3.- VINO A HACER LAS OBRAS DEL QUE LO ENVIÓ:
Esto Jesús lo afirma en Juan 9:4-5, lo que significa que Jesús vino a demostrar las obras de Dios, a brillar como la luz del mundo, el que estaba en completas tinieblas, vino a ser la luz del mundo por medio de la réplica de las obras del que lo envió, obras de amor, obras de poder, obras de misericordia, obras que reflejan el carácter de Dios, obras de justicia, obras de las cuales nosotros somos producto. Es valioso aportar ahora que las obras que hacemos son producto de lo que somos, de nuestra esencia, pero la religión y la tradición y lo humanístico nos enseñan o pretenden imponer las obras como las que nos dan identidad en sí mismas, o como las que nos ayudan a llegar a ser lo que deseamos. Pero realmente Jesús vino a mostrar obras producto de lo que es, Él es la luz del mundo, por lo que mostró y demostró obras de luz. Nosotros también hemos sido llamados a cumplir este propósito eterno, a mostrar las obras de la luz, a dar fruto del Espíritu y a vivir en santidad, porque tenemos al mismo Padre que nos ha enviado como embajadores sobre esta tierra.
4.- VINO PARA DESTRUIR LAS OBRAS DEL DIABLO:
Lo que está ratificado en 1 Juan 3:8, Jesús nació y estuvo entre nosotros también para desechar, deshacer y destruir las obras que el diablo como enemigo de Dios y de nuestras almas vino a hacer. Él dijo que el ladrón vino a robar, matar y destruir, también afirmó que el diablo peca desde el principio y que es padre de mentira. Por lo que podemos definir que las principales obras del diablo son la mentira, el robar, matar, destruir, engañar y la promoción de todo tipo de pecado que nos aleje de la comunión con Dios y que debilita nuestra fe. Es bueno enfatizar que esa labor de destrucción de las obras del diablo Jesús la realizó en la cruz del Calvario, donde humilló y triunfó públicamente sobre el diablo y sus obras. Además, quitó las llaves de la muerte que eran el último bastión del enemigo y lo dejó completamente derrotado.
Los mismos propósitos nos ha encomendado el Padre a cada uno de nosotros los cristianos de hoy, a vivir haciendo la voluntad de Él, a hablar sus palabras, a hacer sus obras y a vivir una vida de victoria sobre las obras de las tinieblas y de la carne.
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