Se dice hoy en día en muchas iglesias que es Jesús quien necesita que el hombre le sirva, frases como “ven al altar, recibe a Jesús en tu corazón, ¡Él te necesita!”, éstas son palabras tan equivocadas; se imaginan ustedes ¿qué puede pensar el hombre que escucha estas palabras? “Wow, qué importante soy, valgo mucho para Él, que hasta me necesita”.
Jesús es Dios mismo, Él puede hacer lo que le plazca porque Él es Soberano en todo el universo, Él es Todopoderoso, Él es omnipotente, Él es Santo, Él es Perfecto, Él es Infinito, Su paz sobrepasa todo entendimiento, Él no necesita de nosotros, Él es autosuficiente; no es que Jesús necesite de nosotros sino que Él en su misericordia, en su bondad, nos permite ser partícipes de Su obra redentora.
El hombre es quien necesita a Jesús
¿Por qué el hombre necesita a Jesús?
1. Sólo Jesús puede redimir al hombre y salvarlo de un tormento eterno.
Las fauces del infierno claman por el hombre, el fuego eterno espera su llegada ansiosamente, la muerte pide al hombre día tras día y solamente Jesús lo puede librar de ese lugar.
Juan 3:18 dice: “El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”
Somos salvos por fe, creer realmente que Cristo pagó por nuestras culpas, por nuestros pecados; antes no creíamos y ciertamente estábamos condenados, condenados a una eternidad donde el fuego es incontrolable, las llamas son tan fuertes, el tormento es eterno, esa era nuestra condenación y es por eso que debemos predicar siempre el Evangelio de nuestro señor Jesucristo, pues solamente Él tiene la capacidad de salvar al hombre y esto es basado en los méritos que Él ya hizo, Él ya murió, ya padeció, lo que nos libra del infierno es únicamente creer, ese creer tiene un peso enorme en nosotros pues al rescatarnos de la condenación nos capacita para demostrar con nuestro diario vivir que realmente creímos en el unigénito hijo de Dios.
“Un hombre que lleva una vida delictiva y es adicto a cometer asesinatos es encontrado culpable y su castigo es la pena de muerte, el juez dicta la sentencia pero un hombre se levanta del público y ofrece su vida misma para que el asesino sea perdonado. La reacción de tal hombre sería indescriptible, pienso que quizá nunca olvidaría este hecho pues fue librado de la muerte misma, esto sería algo que marcaría su vida totalmente y sería algo que recordaría por siempre. Al ver que su vida corría un peligro inminente a punto de ser quitada y al no perderla en consecuencia de que alguien tomó la pena que él merecía no volverá a ser el mismo, se alejará totalmente de su antigua vida.”
Sólo Jesús salva al hombre del castigo eterno y es por eso que: el hombre es quien necesita a Jesús.
El hombre no ha podido, no puede y nunca podrá salvarse por sus propios méritos, ni aún por sus buenas obras.
Isaías 64:6 dice: “Si bien todos nosotros somos como suciedad, y todas nuestras justicias como trapo de inmundicia; y caímos todos nosotros como la hoja, y nuestras maldades nos llevaron como viento.”
Esta es nuestra condición sin Jesucristo.
2. Jesús reconcilia al hombre con Dios.
El hombre ama al mundo y lo que está en él, convirtiéndose cada día en enemigo de Dios. ¡Oh, el hombre es insensato, horrenda cosa es caer en manos de un Dios vivo!
Génesis 3:23 dice: “Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.”
Separación, distanciamiento, es lo que sucede cuando el hombre peca, tal y como pasó con Adán y Eva, quienes fueron expulsados del huerto del Edén y esto fue única y exclusivamente por el pecado, la desobediencia, y de esta forma es como el hombre cada día se separa de Dios. El hombre necesita una urgente reconciliación con su Dios, pues el pecado en su vida ha dado como fruto una división entre Dios y él.
Isaías 59:2 dice: “Pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.”
Cada vez que el hombre peca se separa más y más de Dios.
El diseño original de Dios fue que el hombre estuviese cerca de Él, Dios amo tanto al mundo que fue capaz de ofrecer en sacrificio vivo a su único hijo y todo esto fue en sintonía para que el hombre fuese reconciliado con El.
Efesios 2:13-18 dice: “Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. Porque Él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.”
Él es nuestra paz, el castigo de nuestra paz fue sobre Él. Debemos rendirnos a la cruz, aferrarnos a ella, abandonarnos en Jesús pues en otro tiempo había una enemistad entre nosotros y Dios, no teníamos ninguna oportunidad en contra de tan grande y poderoso oponente. Llevábamos las de perder.
Fue Jesús quien nos reconcilió con Dios, basado en sus propios méritos llevados a cabo por su muerte, nosotros no hicimos nada, no pusimos absolutamente nada. Todo lo llevó a cabo Él.
Una separación inmensa hay entre Dios y los hombres, nadie puede llegar a Dios sino está Cristo de por medio, podremos tomar muchos caminos pero uno sólo es el que nos lleva al Padre.
3. Sólo por medio de Jesús el hombre es adoptado como hijo
Juan 1:12-13 dice: “Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”
Cuán grandioso es el amor de Cristo, por medio de Él somos libres del infierno y ese tormento que dura por los siglos de los siglos, sólo por medio de Cristo fuimos reconciliados con Dios y fue puesta la paz entre Dios y nosotros y ahora con completa libertad podemos acercarnos a Dios confiadamente pues la división que nos separaba fue quitada por medio de la sangre del cordero. ¡Oh cordero santo, no dudaste ni un instante en obedecer al padre por amor a Él y por amor a nosotros!
Glorioso Jesús por medio del que ahora nosotros somos llamados también hijos de Dios.
Recordemos que el esclavo no hereda, solamente el hijo.
Antes éramos esclavos del pecado y el pecado se enseñoreaba de nosotros más ahora Jesús nos ha hecho libres de la esclavitud y justamente con Cristo somos herederos, esa herencia incorruptible, esa heredad la cual disfrutáremos mediante nuestra perseverancia; batallemos pues contra el pecado, agrademos a Dios quien es nuestro Padre, quien nos adoptó y ahora nos ve, no como a enemigos sino como a hijos, Sus hijos. Y no anhelamos bienes materiales sino más bien anhelamos que Dios se agrade de nosotros, de nuestra obediencia, de nuestra vida entera.
Efesios 1:3-5 dice: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad,”
Así cómo nosotros estuvimos en Su voluntad, también hay muchos allá afuera que están en Su voluntad pero ellos no vendrán si no se les predica el Evangelio de Jesucristo, esta es nuestra responsabilidad y nuestro privilegio.
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