Por Susana de Cano
¿Qué es lo primero que piensas cuando te levantas? ¿Cuáles son tus prioridades? ¿Hacia dónde apunta todo lo que haces?
Las respuestas a estas preguntas pueden darnos una idea de qué tan terrenal o celestial es nuestra perspectiva de vida. Mientras mi esposo y yo leemos la biblia con un plan de lectura en estos días, hemos platicado mucho acerca del propósito inmutable de Dios con respecto a Su Pueblo, y como Su Pueblo responde. Quiero compartirte lo que hemos meditado.
EL PROPÓSITO
Dios inició, escogió a un pueblo para Él en Abraham, (Gen 12:1-2). Cada individuo fue llamado para vivir para Su Gloria, (Is 43:7; Ef 1:6-10). Dios dio Su ley a Su Pueblo que libró y compró por Gracia, (Ex 14; 20). Dios se revela a ellos en una nube y columna de fuego mientras transitan en el desierto hacia la Tierra Prometida, (Ex 13:21) habitando en un Tabernáculo en medio de ellos (Ex 25). Con el propósito de mostrar a las naciones que Él es el verdadero Dios, por la forma santa en que viven al obedecerle. Esto fue para Israel, como es ahora para nosotros, la Iglesia de Cristo.
Pero, el pueblo pecaba constantemente, en murmuración, idolatría e incredulidad, resultando en desobediencia a pesar de todo lo que Dios hacía por ellos.
EL PROBLEMA
Hoy no es diferente para con nosotras. Somos pecadoras, llamadas a vivir para Su Gloria, nuestro propósito es representarlo, mostrar al mundo como es Él, Su Verdad y Su Poder en transformar personas de adentro hacia afuera en alabadores en espíritu y verdad. Nosotras también luchamos con la desobediencia constante. Somos prontas a adorar cualquier otra cosa o persona que no sea Dios. Nos hacemos de leyes de nuestra propia sabiduría o escogemos las del mundo para justificar nuestra incredulidad de no confiar en Quién es Dios, o excusarnos en lo difícil que es vivir para Él. Terminamos quejándonos.
¡Por supuesto que es difícil! De lo contrario no le necesitaríamos. Olvidamos a donde pertenecemos y por ende lo que esto implica mientras somos peregrinas en este mundo.
EL DOLOR
Dios constante le advertía a Israel lo que vendría, tanto en victoria como en derrota, sujeto a su obediencia o desobediencia. Y esto ha quedado escrito para que hoy recordemos que así como fue con ellos, así con nosotras, 1 Co 10:11. Jesús lo dijo así: “en este mundo tendrán aflicción, pero confíen Yo he vencido al mundo”, Jn 16:33.
El dolor en este mundo nos desenfoca, agota, desanima al mover nuestra esperanza y confianza en lo creado, mas no en el Creador. Aquellos hombres que caminaron en el desierto, esa primera generación que no entró a la Tierra Prometida se quedó enterrada por recordar el pasado aunque éste estuvo lleno de dolor por la esclavitud de los egipcios. Me recordaban al miedo que quizás tenemos de vivir a la luz de lo nuevo, preferimos quedarnos en lo viejo conocido. No creemos verdaderamente que Jesús ya ha vencido. La incredulidad causa dolor.
Aunque el dolor esta supuesto a traernos de regreso a Dios, muchas veces hace lo contrario. Nos amarga y hace quejumbrosas, así como el pueblo de Israel. Dios siempre les sustentó cuando tuvieron sed, hambre y vestiduras, pero no les bastó después de haber visto al Dios que abrió el mar, o los juicios de consumir inmediatamente a aquellos que transgredían Su ley. Nos hacemos necias, nuestra fe se debilita y sin fe nadie puede agradar a Dios.
¿A dónde quiero llegar con esto? Ni ellos ni nosotras podemos evitar el dolor que hay en este mundo. Es la consecuencia del pecado, del cual todas somos responsables. Sin embargo, Dios no los dejó desprovistos, y no nos dejó desprovistas. Ellos tenían sus sacrificios para expiar sus pecados que apuntaban al Final y Completo sacrificio del Cordero Perfecto: Jesucristo, a Quién nosotras tenemos hoy. El dolor tendrá un final. Hoy, el dolor nos santifica para ser como Cristo, será parte de nuestra lucha por no ser de este mundo. Cristo es la provisión eterna que suple todas nuestras necesidades, no nos basta la Cruz. ¡Es una lucha constante! ¡Pero Cristo ha vencido!
DISCIPLINAS COMO MEDIO DE PREVENCIÓN
Dios sabe lo que necesitamos para que finalmente hagamos Su Voluntad. Ellos tuvieron la ley y los sacrificios para salvarse por fe en esto, y nosotras hoy tenemos Su Palabra completa y la vida de Cristo como sacrificio en nuestro lugar para salvarnos por fe en Él. Su Palabra nos ha unido y hecho uno como Cuerpo de Cristo.
En Su Palabra habita Su ley, Sus promesas que apuntan a Su carácter. Podemos confiar que meditar en toda la Historia de la Biblia nos nutrirá verdaderamente. La lectura de la Palabra, la oración, meditación en la obra del evangelio, enfocarnos en lo que Cristo es, cada día hace un depósito en nuestra mente que afecta el corazón. Es una obra que no vemos, pero da su fruto progresivamente, si voluntariamente lo cultivamos.
El dolor y el pecado sirven para llevarnos a Cristo, nos regresan al propósito divino e inmerecido de Dios. Las circunstancias difíciles nos llevan a Él de forma redentora, no para condenación. Practicar diariamente la oración y lectura de la Palabra nos va formando cuando buscamos conocer a Dios, antes que obtener sus dádivas.
Estaremos mejor preparadas para lo que nos acontezca cada día. Leemos Su Palabra para armarnos con la Verdad. Las situaciones pueden no mejorar, pero Su obra que es dentro de nuestros corazones, nos beneficiará. Por ejemplo, oramos: Dios ayúdame a representarte con mi forma de responder, más que “arregla esta situación”. No podemos evitar todo lo que nos sorprende, pero si podemos estar preparadas para ello. Su Palabra hace esto.
LA PERSPECTIVA QUE LE SIGUE
Es urgente que los hijos e hijas de Dios desechen la liviandad con la que viven su cristianismo. Es urgente que los hijos e hijas de Dios vivan como ciudadanos del Reino de Dios aquí y ahora. No hay otro propósito más alto que vivir para Dios mostrado en nuestra conducta ante el mundo, una que proviene de un corazón que está muriendo cada día a su “yo” para que Cristo crezca.
Querida hermana, como mujeres es urgente que dejemos la pereza, la tibieza y tomemos en serio nuestra vida cristiana. Si en algún momento el moralismo y legalismo caracterizaron a los cristianos, hoy es más urgente regresar a la pureza del evangelio. Vivamos para Su Gloria en lo secreto, vivamos para Su Gloria en lo público. Vivamos para Su gloria porque hemos sido compradas a precio de Sangre, trasladadas al Reino de Luz con una ciudadanía que no pertenece a este mundo. ¡Esto es más real que el aire!
Por eso sufrimos porque está no es nuestra tierra. Nuestra historia sucedió aquí, pero no terminará en este mundo, hay un Cielo con Dios que nos espera. ¿Tienes problemas? ¿No puedes o sabes como cambiar? ¿No entiendes bien la Biblia? ¿No sabes como aplicar el evangelio? Entonces, no esperes más, si crees en Cristo, Él ya se ha dado a ti, tienes todo para ir y disponerte a responder. Ora, busca ayuda, y disponte a hacerlo. ¡Esa es Su voluntad para ti!
No tenemos excusa. No nos quedemos con la porción de una predica los domingos, de un podcast, o de un artículo. Todo esto nos llame a buscarlo más. Es urgente que nuestra perspectiva acerca de todo cambie, crezca y fortalezca en la Verdad escrita que está desde Génesis a Apocalipsis para ti.
“Porque ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que solo piensan en lo terrenal. Más nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo; el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a si mismo todas las cosas”. Fil 3:18-21.
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