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Fuente: Sermones de Charles Spurgeon | Bajo licencia de dominio público.
En tanto que la iglesia es la propia labranza de Dios, Él espera recibir una cosecha de ella. Allí donde ha sembrado en abundancia, viene a nosotros en busca de gavillas. El mundo es un erial, y no espera nada de él. Pero nosotros somos tierra labrada, y por tanto debemos producir una cosecha. La esterilidad es propia de un erial, pero sería un gran descrédito para una labranza. El amor espera retornos de amor; la gracia dada, exige el fruto de la gracia. Regados con las gotas del sudor sangriento del Salvador, ¿no produciremos a ciento por uno para Su alabanza? Cuidados por el Espíritu eterno de Dios, ¿no serán producidos en nosotros frutos para Su gloria? La labranza del Señor en nosotros ha mostrado un gran derroche en costo, y trabajo y pensamiento.
—Charles H. Spurgeon | Sermón: Colaboradores de la Labranza
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