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“Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor.” — 2 Timoteo 2.22, RVR60
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El carácter de Dios (Su santidad)
No existe mejor forma o manera de saber cómo alejarse de las pasiones juveniles que teniendo un buen entendimiento y una buena comprensión del carácter santo de Dios reflejado en la Biblia donde constantemente se nos demanda santidad. “Sean santos porque Yo soy Santo” (Lv. 20.7; 1 P. 1.15-16; Heb. 12.14)
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“Santificaos, pues, y sed santos, porque yo soy el Señor vuestro Dios.” — Levítico 20.7, LBLA
“sino que así como aquel que os llamó es santo, así también sed vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque Yo soy santo (Lv. 11.44).” — 1 Pedro 1.15–16, LBLA
“Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.” — Hebreos 12.14, LBLA
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Nuestro sabio Padre nos ha dejado las instrucciones en su Palabra para saber cómo huir y esa forma es únicamente a través de un correcto entendimiento de lo que las Escrituras enseñan para ser hombres y mujeres que buscan cada día parecerse más a Jesús. Así que para contestar esta pregunta, la respuesta es estudiando las Escrituras constantemente y aplicándolas a nuestro diario vivir.
El versículo practicamente está diciendo: “Huye de los deseos pecaminosos y sigue la santidad junto con otros que buscan a Dios”.
Si vas a huir debes saber de qué, por qué y para qué huyes.
Estudiemos pues el versículo para tener una comprensión clara de lo que Dios nos desea enseñar en Su Palabra.
1. ¿De qué debes huir?
Ya sabemos que debes huir de las pasiones juveniles, pero ¿qué son las pasiones juveniles? Son deseos juveniles desordenados que frecuentemente se presentan en la juventud por la falta de madurez y experiencia. No necesariamente son pasiones sexuales aunque también se incluyen.
Las diferentes pasiones juveniles son las siguientes:
- Impaciencia.
- Violencia.
- Tendencia a discutir.
- Afán en modas y cosas nuevas.
- Ambiciones egoístas.
- Tolerancia al pecado (indulgencia).
- Arrogancia.
- Impulsos caprichosos.
- Relaciones sexuales.
Clasificación de los deseos juveniles (Las Tres P’s)
1. Placer.
El deseo desmedido de satisfacer los apetitos físicos: el “deseo” de comer y beber, la locura de disfrutar placeres, deseos sexuales descontrolados (Ro. 1:24; Ap. 18:14, etc.).
El mundo ofrece infinidad de placeres y los disfraza de buena vida, vida alegre y feliz, sin embargo, todos estos placeres son únicamente un engaño, un velo para que no podamos ver el verdadero placer que contiene la vida cristiana.
Sexo, licor, drogas, discotecas, redes sociales, aún los placeres comunes como ver televisión, hacer deporte, ir al cine y otros elevados a una prioridad más alta que Dios son sumamente peligrosos para la vida espiritual y para la comunión con Dios.
No dejes que el placer de este mundo sea codicioso a tus ojos y te lleve a revelarte en contra de la santidad de Dios como les pasó a nuestros primeros padres, Adán y Eva.
Todo el placer, todo el gozo lo tenemos en Jesús, Él es el objeto de nuestro deleite, Él es el anhelo más grande de nuestro corazón. Jesús el el único que puede saciar nuestras almas sedientas y necesitadas.
2. Poder
La pasión descontrolada de ser el número 1, el deseo de “brillar” o de ser dominante o más sobresaliente que otros.
El deseo de ser servido y no servir. El poder corrompe. Esto produce envidia, pleitos, enemistades, etc.
Nos gusta más tener el control antes que ser controlados, si queremos ser obedientes debemos aprender del Maestro, Jesús aprendió obediencia mediante el sufrimiento, voluntariamente se sometió a las autoridades terrenales dando el ejemplo de humildad y mansedumbre. Antes de exigir ser servido prefirió servir a sus discípulos (Mt. 20.25-28).
3. Posesiones
El deseo descontrolado de llegar a tener posesiones materiales y de gozar la “gloria” que de ellos deriva (véase 1 Ti. 6:9 en su contexto).
Es insensato desear hacer tesoros en la tierra que son temporales en lugar de hacer tesoros en el cielo que son eternos.
- Cristo triunfó sobre el primero (placer) cuando en la primera tentación dijo: “No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt. 4:1–4).
- Cirsto triunfó sore el segundo (poder) cuando, en la segunda tentación, se negó a lanzarse desde el pináculo del templo (Mt. 4:5–7).
- Cristo triunfó sobre el tercero (posesiones) cuando, en la tercera tentación, se negó a recibir como obsequio de la mano de Satanás “todos los reinos del mundo y la gloria de ellos” (Mt. 4:8–10).
Cristo triunfó por medio del conocimiento y la aplicación de la Palabra de Dios.
2. ¿Por qué debes huir?
Huir aquí significa “escapar de un peligro”, “buscar seguridad por medio de la huida” (feugo).
La primera razón por la que debes huir es porque los deseos juveniles son pecado y lo primero que destruyen es la pureza de tu corazón, de esta forma ofendes la santidad de Dios. Hoy en día se ha perdido el sentido de la severidad de Dios. Dios es santo, y como es santo Él se indigna por el pecado, su indignación le causa ira porque Dios es justo. Está bien que hayamos aprendido que Dios es amor, la Biblia dice que Dios es amor, pero también la Biblia enseña sobre otros atributos de Dios que no podemos pasar por alto. Es un atentado para nuestras almas pasar por alto atributos de Dios tales como Su ira, justicia y santidad. No podemos hablar únicamente del amor de Dios, tampoco podemos hablar únicamente de la ira de Dios. Si hablamos únicamente del amor de Dios vamos a tener una imagen distorsionada del carácter de Dios que nos llevará a tener un estilo de vida de pecado y lleno de deseos juveniles desordenados creyendo que el Señor nos perdonará cada vez que nosotros querramos.
Si hablamos únicamente de la ira de Dios vamos a verlo como un ser cruel que se complace en castigar a los pecadores rebeldes y desobedientes y vamos a vivir con miedo.
El amor y la ira de Dios sólo pueden comprenderse cuando se encuentran en la Cruz del Calvario. La ira de Dios que era para nosotros cae con todo su esplendor sobre Jesús, y la vida perfecta y sin pecado de Cristo se nos otorga a nosotros por amor para que podamos ser perdonados al creer en Jesús. Esto nos conduce a huir de toda pasión juvenil que va en contra de la santidad de Dios, porque ahora entendemos que fueron nuestros pecados los que llevaron a Jesús a esa espantosa cruz, por lo tanto, ahora odiamos el pecado y amamos la santidad.
Cuando las personas ignoran el atributo de la ira de Dios, practican una vida de libertinaje. Cuando las personas ignoran el atributo del amor de Dios, practican una vida de miedo. Tú no vas a huir de las pasiones juveniles por miedo, ni tampoco vas a practicar esos deseos pecaminosos creyendo que Dios tolera el pecado. Vas a huir porque ahora tu corazón agradecido lo que quiere es únicamente agradar al Dios que te salvó por medio de Su Hijo, su Unigenito.
Tú no quieres estar separado de Dios por causa del pecado.
La segunda razón por la que debes huir de las pasiones juveniles es porque expones tu alma a un grave peligro. Muchos jóvenes ahora lamentan no haber escapado del peligro cuando se les presentó una tentación. Satanás les ofreció placer, poder y posesiones, vieron todo muy atractivo, muchos ahora lamentan no haber escapado del deseo juvenil desde una celda, desde un hospital por alguna enfermedad, perdieron algún miembro de su cuerpo, la compañía de algún ser querido, están sufriendo muchos dolores y tristezas por no haber escapado.
Preguntémosle a los ancianos o a nuestros padres si lamentan algo que hicieron en su juventud que les acarreó muchos dolores y todos dirán que sí. Es mejor el dicho “aquí corrió que aquí murió”. Es mejor estar a la defensiva ante el pecado que a la ofensiva. La Biblia enseña que debemos huir antes que permanecer en lugares peligrosos.
Algunos consejos:
- No frecuentes lugares que son muy tentadores para ti.
- Si tienes novia busca estar siempre donde hay otras personas aparte de ti y tu pareja. Jamás te quedes a solas ni en lugares oscuros.
- Las hormonas siempre querrán traicionarte.
- Huye de amistades que no te convienen.
- Huye de la ambición de cosas terrenales innecesarias.
- Huye de la fornicación, la pornografía y la masturbación.
- Practica la generosidad para huir de la avaricia.
Algunos aspectos sobre el pecado a considerar:
- El pecado es la fuerza más destructora que existe sobre la faz de la tierra.
- Un solo pecado bastó para que Adán y Eva fueran destituidos y expulsados del Edén.
- El pecado alcanzó una dimensión sin precedentes hasta el día de hoy.
- El pecado es sumamente malo y perverso.
- El pecado ensucia, mancha y destruye tu comunión con Dios.
- El objetivo principal del pecado es separarnos de Dios.
Ejemplos de huir:
- Cuando Moisés huyó de la ira de Faraón (Ex. 2.11-25; Hch. 7.22-29).
- Lot escapa para salvarse en la destrucción de Sodoma y Gomorra (Gn. 19.15-17).
- La familia sagrada huyó de Herodes (Hch. 7.29; Mt. 2.13).
- Huir de la ira venidera (Mt. 3.7).
- Huir de la idolatría, inmoralidad, espíritu materialista, amor al dinero (1 Co. 10.14; 6.18; 1 Ti. 6.11).
- Huir como José cuando la esposa de Potifar intentó seducirlo (Gn. 39.10-14).
3. ¿Para qué debes huir?
No puedes únicamente huir y no hacer nada, para que se cumpla el mandamiento se debe hacer algo más aparte de huir y escapar. Se debe huir para seguir que significa «correr detrás de» o «perseguir» (dioko).
Esto es huir para la gloria de Dios. Huyes porque Dios y el evangelio son glorificados.
Se deben perseguir cuatro marcas esenciales de un cristiano:
- La justicia
- La fe
- El amor
- La paz
Huye de las tendencias pecaminosas de la juventud y corre tras (persigue firmemente) lo siguiente:
a. Justicia
Ese estado de corazón y mente que está en armonía con la ley de Dios;
b. Fe
La confianza humilde y dinámica en Dios;
c. Amor
Un profundo afecto personal por los hermanos, incluyendo en tu interés benevolente aun los enemigos; y
d. Paz
Una comprensión sin perturbaciones, perfecta con todos los cristianos (los que en oración y alabanza “invocan” al Señor Jesucristo—cf. Jl. 2:32; Ro. 10:12; 1 Co. 1:2—de corazón puro).
El “corazón puro” es la personalidad interior de los que están “apartados de la injusticia” (v. 19) y se han limpiado efectivamente (v. 21).
“Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.” — Mateo 5.8, RVR60
El cristiano no puede aislarse de los demás, debe buscar practicar estas virtudes en compañía y en comunidad con otros hermanos, que si bien no son perfectos, demuestran ser temerosos de Dios, estudian las Escrituras y buscan vivir conforme a ellas para dar un buen testimonio ante los hermanos y ante los inconversos. No huyes para quedar solo, huyes para, junto con otros, perseguir la santidad y glorificar a Dios.
Debemos tanto huir del peligro como correr detrás del bien espiritual, huir del uno con el fin de escapar, y perseguir al otro con el propósito de alcanzarlo. De esta manera nos negamos a nosotros mismos para seguir a Cristo.
En resumen, la Escritura nos impone como secreto de la santidad el drástico rechazo del uno combinado con una incesante persecución del otro.
“Huye del pecado, persigue la santidad.”
Bibliografía:
Comentario a las epístolas pastorales – Juan Calvino
Comentario al Nuevo Testamento: 1 y 2 Timoteo y Tito – William Hendriksen
Segunda epístola a Timoteo – John Stott
Excelente quisiera a