Ya tenemos claro que no tiene nada de malo querer estar en una relación, porque fuimos diseñados con el deseo de compartir nuestras vidas con alguien y que aunque quisiéramos estar en una relación ahora, la espera es buena. Ahora debemos tener claro qué hacer mientras esperamos que Dios nos permita estar en una relación de noviazgo con propósito de casarnos. Pero primero, debemos definir a qué nos referimos con el término «esperar». Según la Real Academia Española, el término se define como «Tener esperanza de conseguir lo que se desea». Entonces nosotros tenemos la esperanza de conseguir algo, ¿Pero qué es ese algo? ¿Qué es lo que estamos esperando?
En una oración: Estamos esperando que Dios nos permita estar en una relación de noviazgo para glorificarlo a Él por medio de ella.
Definamos también qué no estamos esperando:
• No estamos esperando que nuestra vida (o lo mejor de ella) comience.
• Que podamos ser útiles en las manos de Dios.
• Que podamos conocer a Dios.
• Que podamos glorificar a Dios.
Es sumamente importante que entendamos esto, porque es muy fácil que nos dejemos llevar por nuestros sentimientos y nos creamos la mentira de que estar en una relación es lo que nos hace útiles para el Reino de Dios y es lo que realmente nos hará felices. Me he dado cuenta de que muchos jóvenes solteros pasan la mayoría de su tiempo enfocándose en cuándo conocerán a su pareja y cómo. Ponen todas sus energías en deshacerse de su soltería como si fuera algo que los está deteniendo o restringiendo para poder avanzar hacia cosas grandes.Pero la realidad es que la soltería no es de ninguna forma un obstáculo para ser útiles en las manos de Dios, creo que es todo lo contrario.
El apóstol Pablo dejó muy claro que se le puede sacar mucho provecho a la soltería, especialmente porque los solteros estamos libres de preocupaciones a las que se enfrentan los casados y podemos dedicar nuestro tiempo y energía a las cosas del Señor y cómo agradarlo. (Referencia a 1 Corintios 7:32). Él sabía que Dios tenía un llamado mucho mayor para su vida que el de tratar de conseguir esposa. Yo no estoy esperando que lo mejor de mi vida comience, porque eso ya pasó cuando Dios hizo brillar su luz en mi corazón para conocer su gloria que resplandece en Cristo.
Aunque para Dios el matrimonio es honroso y es la forma en la que él escogió representar su pacto de amor con nosotros, la forma en la que hemos hecho del matrimonio nuestra meta de vida no es parte de lo que Él diseñó. Sí, tal vez muchos estemos llamados al matrimonio y no a la soltería, pero por lo que sé…en este momento Dios me ha llamado a estar soltera. Así que debo aprender a glorificarlo a él en esta etapa, sin importar cuánto dure.
Entonces, ¿Qué hago mientras espero?
El mundo nos dará una respuesta para esa pregunta: Enfócate en ti mismo. Este es tu momento de ser egoísta y solamente preocuparte por tus cosas; ya vendrá el tiempo para entregarte a los demás. Pero Dios nos dice lo opuesto. Él nos llama a servir a los demás, entregar nuestras vidas por nuestro prójimo y nos da una comisión: ir y hacer discípulos a todas las naciones. Lo mejor de todo es que nos dice que no vamos solos, sino que si hemos reconocido a Jesús como nuestro Salvador y vivimos conforme a esa verdad, el Espíritu Santo, quien nos da poder y conocimiento de Dios, nos acompaña. ¿Qué más queremos?
Este es un tiempo en el que podemos aprender mucho sobre lo que significa morir a nosotros mismos. Podemos servir a los demás sin esperar nada a cambio con nuestras familias, amigos, comunidades, iglesias locales, etc. (Que por cierto…mejor aprenderlo ahora que estamos solteros y no después cuando estemos casados y no sepamos cómo servir y honrar a nuestra pareja). Este es el tiempo en donde puedes soñar en grande y dedicarte a que esos sueños se conviertan en realidad para la gloria de Dios. Y lo más importante de todo: es un tiempo para invertir en tu relación con Dios. Siempre he dicho que cuando conozca a mi futuro esposo, no quiero conocerlo y pensar que en él he encontrado el amor verdadero. No quiero poner en él toda mi esperanza y fe, ni pensar que él es perfecto y mi fuente de felicidad. Quiero conocerlo y poder decirle: «Ya conozco el amor verdadero. Sé lo que es amar porque antes de conocerte a ti, conocí al amor en si mismo.» (Referencia 1 Juan 4:8) Y esto solamente será posible si me dedico a conocer a Dios ahora, mientras tengo el tiempo para hacerlo sin distracciones.
Yo no estoy esperando que lo mejor de mi vida comience, porque eso ya pasó cuando Dios hizo brillar su luz en mi corazón para conocer su gloria que resplandece en Cristo (2 Corintios 4:6). No estoy esperando poder ser útil en sus manos para glorificarlo porque para eso no necesito un esposo, sino al Espíritu. Y mucho menos estoy esperando para poder conocerlo porque Él me ha dado el privilegio de hacerlo por medio de muchas formas, como la oración, Su Palabra y la iglesia a la que pertenezco. Lo que sí estoy haciendo es disfrutar este tiempo para estar enfocada solamente en Él, poder servirle sin límites y poder servir a los que me rodean. Estoy aprendiendo a confiar en Él plenamente, entregándole mis sueños y deseos. Estoy preparándome para lo que el Señor podría tener para mi en el futuro. Sí, me emociona pensar en el mañana y los planes que Dios puede tener para mi, pero no dejaré que eso me haga desperdiciar mi “hoy y ahora”.
Así que si estás en la misma etapa de esperar por esa persona por la cual has orado, ¡ánimo! No estás solo; somos varios en la lista de espera. Pido a Dios nos permita deleitarnos solamente en Él, disfrutar cada día y estar fortalecidos en la verdad de que Él es bueno siempre y sus planes para ti y para mi son de bien.