Por Walter Jolón
—1 Juan 1.5–2.2, RVR60
“5Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.6Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad;7pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.8Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.9Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.10Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros. 1Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.2Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.”
Nuestro problema universal
Dios es luz, nosotros no. Ese es el problema universal de los seres humanos que, por causa del pecado, la desobediencia y la rebelión contra Dios nuestros corazones fueron oscurecidos y endurecidos, esa es la razón por la que los pecadores temen a la luz de Dios y huyen para refugiarse en la oscuridad de sus pecados porque aman sus obras malas.
Somos como los niños que temen a la oscuridad, pero nuestro grave problema espiritual es a la inversa, hemos amado tanto la oscuridad y le hemos tenido miedo, terror y pavor a la luz, por eso Jesús dijo que “todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas” (Jn. 3.20).
Pero Jesús también dijo que quien “practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”. Sin embargo, ninguno de nosotros tiene la capacidad en sí mismo de practicar la verdad y buscar la luz de Dios, a no ser por la intervención misericordiosa y soberana de Dios para trasladarnos del reino de las tinieblas al reino de su Hijo amado para el perdón de pecados (Col. 1.13) por medio de la obra de rescate y salvación de Jesús.
La luz, según el apóstol Juan, tiene una relación directa con la salvación, por eso la única forma de ser alumbrados para salvación es solo a través de Jesús porque Él es la luz verdadera que alumbra a todo hombre, y esa luz vino al mundo que estaba en oscuridad.
Sin embargo, aunque ya fuimos alumbrados por la luz de Cristo para salvación por medio del evangelio si ya hemos creído, aún no habitamos en la plenitud de la luz pues aún permanecemos en este mundo que está en oscuridad por la maldad de los hombres y, porque aún habitamos en un cuerpo pecaminoso inclinado hacia el pecado. Ya no somos pecadores condenados, ahora en Cristo somos pecadores redimidos y salvados, pero aún pecadores.
Debemos tener siempre presente que, aunque somos pecadores, si somos verdaderos creyentes, nuestro caminar diario siempre será bajo la luz del evangelio, esto significa que nuestra vida ya no debe ser una vida gobernada por la inmoralidad sino por la integridad como producto del evangelio.
Acerca de la oscuridad
Una razón por la que a los pecadores nos ha fascinado la oscuridad es porque allí hemos encontrado la oportunidad de esconder nuestros peores secretos pecaminosos. Por ejemplo, es en la intimidad detrás de la pantalla de una televisión, una computadora, una tablet o un celular donde se han ocultado conversaciones, fotografías, videos o imágenes que si otros lo supieran sabrían que alguien solo ha sido un hipócrita pretencioso que ha aparentado caminar en luz, pero la realidad ha sido completamente otra. Es en el aislamiento en un cuarto de un motel donde se esconden muchos adulterios, la masturbación que se practica en la soledad donde nadie pueda observar, las mentiras y el engaño al que se recurre constantemente para esconder la realidad que podría dañar la reputación, las ganancias económicas, la relación matrimonial o de noviazgo, o poner en peligro un puesto de trabajo, etc.
Los creyentes somos llamados a recordar siempre la realidad de que aún hay un enorme potencial de pecado en nosotros, debemos reconocer cuando hemos caído en alguna práctica pecaminosa e ir con un gran sentido de urgencia a confesar el pecado en arrepentimiento y busca de perdón y purificación de nuestras almas.
La esperanza del pecador
Tenemos la extraordinaria esperanza de que Dios es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y para limpiarnos de la maldad de nuestras acciones rebeldes contra Él, sin embargo, debemos de tener cuidado de ver este versículo (1 Jn. 1.9) como un versículo detergente que nos permite regresar a pecar y a revolcarnos en la suciedad del pecado para volver de nuevo a limpiarnos y luego volver otra vez a la suciedad de la desobediencia para volver otra vez a Dios y que esto sea un círculo vicioso de pecado contra Dios mal interpretando la esperanza que se nos ha sido dada y convirtiendo la gracia de Dios en una gracia barata que no evidencia un arrepentimiento genuino y por lo tanto causa serias sospechas de la salvación de una persona.
Jesús es nuestro abogado defensor delante del Padre, eso no significa que Él trabaja para nosotros y que está a nuestro servicio las veces que queramos y necesitemos que nos defienda, porque no funciona así. Jesús nos defiende y nos representa delante del Padre por su obra expiatoria y sustitutiva en la cruz del calvario donde derramó su sangre para limpiarnos de todos nuestros pecados y donde ganó nuestra salvación y desde donde nos otorga su justicia perfecta para hacernos inocentes delante del Padre porque a través de la fe se nos son dadas las vestiduras de Cristo.
Él sigue siendo nuestro abogado no para defendernos de un estilo de vida que practica el pecado, sino porque Él ya pagó por aquellos pecados contra los que estamos luchando y en los que, a pesar de nuestra lucha, caeremos probablemente a pesar de que intencionalmente no buscamos cometerlos.
Todos los días debemos vivirlos recordando la realidad de que Jesús sigue siendo nuestra propiciación porque Él eternamente está delante del Padre para presentarnos justos e inocentes y para librarnos de recibir el eterno y justo enojo de Dios. Recordar esta maravillosa verdad nos debe llevar a caminar en luz todos los días alejándonos de la oscuridad del pecado teniendo presente que Cristo va delante de nosotros para ayudarnos en nuestra santificación por medio del Espíritu Santo, pero esta realidad solo es posible cuando la luz de Dios nos alumbra por medio de la lectura, el estudio, la meditación y la práctica de las Escrituras, además de aplicar las disciplinas espirituales que el Señor ha provisto para nosotros como la oración, el ayuno, la comunión unos con otros y el sometimiento a la predicación de la Palabra de Dios, teniendo como base el amor de Cristo demostrado para nosotros en su vida, muerte y resurrección.
ACERCA DEL AUTOR
Walter Jolón
Director Editorial
Fundador del Ministerio Evangelio Verdadero, Pastor de Enseñanza y Predicación en Iglesia Casa de Gracia, una iglesia centrada en el evangelio en Palín, Escuintla, al sur de Guatemala; casado con Jackelinne desde 1999, Dios los bendijo con dos hijos, Oliver y Fabrizio. Walter es miembro de la red global de iglesias que plantan iglesias Acts 29. Puedes seguirlo en Facebook, Twitter o Instagram.
Foto por Kristine Weilert en Unsplash