Mujer
¡Mujer! Fuiste concebida en la mente y el corazón de un Dios glorioso, sabio, lleno de bondad y misericordia.
¡Mujer! Fuiste concebida en la mente y el corazón de un Dios glorioso, sabio, lleno de bondad y misericordia.
Una de las cosas más devastadoras que tiene lugar en la Iglesia es el deterioro de las relaciones entre creyentes. A veces aun una acción insignificante puede hacer que una persona se sienta ofendida. Si no se resuelve la ofensa, puede abrigarse la amargura. Y a la larga se quebrantará la relación entre esas personas.
La vida cristiana es una batalla constante contra el mundo, la carne y el diablo. Si estas fuerzas tuvieran su camino, destruiría a cada uno de los hijos de Dios comprados y amados. Pero nuestro Señor Jesús nos asegura que ninguno de aquellos por quienes Él derramó Su preciosa sangre se perderá. Nada ni nadie puede arrancar a un cristiano, ni siquiera al cristiano más débil, de las manos fuertes de nuestro omnipotente Padre Celestial (Juan 10: 29-30). Pero, esta gloriosa verdad no significa que nuestra vida cristiana no pueda ser perturbada, incluso profundamente perturbada por el mundo, la carne y el diablo.