Por Nancy Guthrie
Mi esposo y yo compramos terreno en el cementerio esta semana. Lo sé, lo sé, no suena nada navideño, no es la clase de cosa que las personas se preocupan por comprar en esta época del año. Tal vez se mira un poco escalofriante pensar e incluso prepararse para la muerte durante la época navideña, pero a mi parecer es exactamente Navidad el tiempo perfecto para pensar sobre la muerte. Tim Keller dijo que debemos “meter esperanza dentro de la realidad de la muerte” y ¿hay algún otro momento que cantemos sobre la esperanza que en tiempo de Navidad?
Nosotros siempre cantamos “el mundo envuelto estuvo en sus querellas, hasta que Dios nos mandó al Salvador”, y aquí estamos atrapados en las maravillas de la vida misma, en la persona de Jesús que entró en este mundo de pecado y muerte, y su venida trajo consigo “una esperanza” que causa que este mundo cansado se regocije. Pero ¿Cuál es la causa para este gozo? ¿Cuál es la esencia de esta esperanza? Esta es nuestra esperanza “la luz de un nuevo día sin igual”.
Nuestros cantos en Navidad sirven para recordarnos que esta época no es simplemente para mirar atrás y ver la noche santa cuándo nació Cristo, más bien nuestra celebración de Su primera venida está destinada a nutrir en nosotros un mayor anhelo por su segunda venida. De hecho, perdemos el punto de la noche santa si no despierta una anticipación o preparación en nosotros para el eterno día glorioso que ha de venir.
Canción de anhelo
Uno de mis villancicos favoritos siempre ha sido “¡Al mundo paz!”, desde que la cantamos en Navidad siempre pensé que era sobre el nacimiento de Jesús, pero, si analizamos la letra con más cuidado podremos darnos cuenta que no puede ser simplemente de la primera venida de Cristo. Nosotros cantamos “¡en tierra reinará!”, pero sabemos que cuando Jesús vino la primera vez a la tierra no lo recibieron como Rey y en lugar de eso lo crucificaron. La primera vez que Jesús vino al mundo, las naciones no aprobaron la gloria de su justicia, en lugar de eso la historia humana ha comprobado una y otra vez el alcance de la rebelión del hombre en contra de Su justicia.
Cuando miramos el mundo a nuestro alrededor, al igual que la parte dolorosa de nuestras vidas, sabemos que su bendición aún no fluye tan lejos como se encuentra la maldición, en lugar de eso vemos el impacto de la maldición en cada aspecto de nuestras vidas. El pecado y el dolor siguen creciendo y todo el efecto espinoso de la maldición nos hace recordar la realidad en la que vivimos día tras día y año tras año.
De la bendición a la maldición
Por supuesto, esta no es la manera en que las cosas han sido siempre, en Génesis 2:7 dice “Entonces el Señor Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”, así que Dios bendijo todo lo que Él había hecho y a sí pudiera ser su bendición la que definiera la atmósfera del Edén, pero Adán y Eva pecaron y como consecuencia Dios maldijo la tierra y Él le dijo a Adán cómo esta maldición lo impactaría, “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás” (Gn. 3:19). Después de esto desapareció la oportunidad de comer del árbol de la vida eterna para Adán y un día tendría que morir, sería enterrado en la tierra y su cuerpo volvería al polvo.
Desde el Edén la vida del hombre ha terminado en muerte, y sí, Jesús murió pero la muerte no fue el final para él, igualmente, para todos aquellos que están unidos a Él por fe pueden enfrentar la muerte, sabiendo que para nosotros tampoco será el final. Pablo escribe “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados…Y tal como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial” (1 Co. 15:22, 49).
Esta esperanza segura nos da una razón para cantar por gozo en Navidad, cuando Cristo venga de nuevo la Tierra lo recibirá como su Rey, toda rodilla se doblará, las naciones probarán la gloria de Su justicia ya que toda tribu, lengua y nación estarán seguros bajo el gobierno justo de Jesús el Rey. Toda opresión cesará y Su bendición llegará tan lejos como la maldición sea hallada.
La maldición finalmente se fue para bien
Mi esposo y yo sabemos que llegará el día donde nuestros cuerpos estén plantados como semillas en la oscuridad de la tierra y esto les parecerá a muchos que nuestras vidas han llegado a su fin, pero nosotros sabemos muy bien que vine la luz de un nuevo día sin igual, la oscuridad de nuestra sepultura un día será traspasada por la radiante luz de la gloria de Dios en el rostro de Cristo Jesús y el silencio de nuestra sepultura será interrumpido por Su estuendrosa voz. Él llamará del polvo a nuestros cuerpos muertos fuera del cementerio y serán transformados en gloriosos cuerpos como el de Él (Fil. 3:21).
Esos dos pequeños espacios en la tierra no serán nuestro lugar de descanso final, la bendición de su resurrección va a penetrar la tierra donde estemos enterrados y seremos resucitados. Vamos a experimentar todo lo que Dios prometió cuando Isaías profetizó “Tus muertos vivirán, sus cadáveres se levantarán. ¡Moradores del polvo, despierten y den gritos de júbilo!, Porque tu rocío es como el rocío del alba, y la tierra dará a luz a los espíritus” (Is. 26:19). Esta esperanza inigualable nos hace cantar cantos de gozo por las noches, mientras esperamos la luz de un nuevo día sin igual.