Por Paul Heintzman
Todos amamos el tiempo libre, el tiempo que nos queda después de trabajar y hacer las actividades que tenemos que hacer (dormir, bañarnos, lavar la ropa, cuidar a los niños).
El “tiempo libre” es cuando finalmente podemos hacer lo que queremos. Nadie nos dice qué hacer; nadie exige nuestra atención. Podemos con mucho gusto prestar nuestra atención a las cosas que amamos, o podemos dejar de lado el ocio y seguir trabajando para obtener lo que queremos. Sea lo que decidamos hacer, somos los responsables.
Nos sentimos libres.
Tres problemas con el “tiempo libre”
En nuestra cultura, este es el concepto del ocio, pero ¿deberíamos los cristianos pensar de esta manera? El teólogo J. I. Packer identifica tres problemas con la práctica contemporánea del ocio. El primero es la idolatría. Algunas personas adoran su trabajo, mientras que otras adoran las actividades de ocio, ya sean vacaciones, deportes, pasatiempos, música, jardinería o lectura. En lugar de servir a nuestro Creador, las personas utilizan su tiempo libre para servir y adorar cosas creadas (Romanos 1:25).
El segundo problema es el hedonismo, en donde el placer se persigue como el objetivo supremo de la vida. Muchos cristianos no cuestionan la suposición de que el tiempo libre es completamente por placer. Packer escribe: “Hoy, el amor al lujo y la atracción del placer se siente más intenso que en cualquier otro tiempo de la cristiandad… La búsqueda del placer, sea intelectual, sensual, estético, gastronómico, alcohólico, narcisista, es un ejemplo de la decadencia occidental”.
El tercero, es el utilitarismo, en donde el tiempo libre es valorado sólo por hacernos más productivos. Según esta forma de pensar, el propósito del ocio es “recrear” una persona que trabaje más productivamente. Los cristianos creen en este punto de vista cuando se obsesionan con una ética de trabajo tan fuerte que se vuelven adictos al trabajo. Pasan por alto la enseñanza Bíblica de que Dios “nos da abundantemente todas las cosas para que las disfrutemos” (1 Timoteo 6:17). El tiempo de ocio es necesario para disfrutarlo, y como tal, tiene un valor intrínseco aparte de cómo impacta nuestro trabajo.
El utilitarismo es probablemente el problema relacionado al ocio más prevalente entre los cristianos. El cristianismo protestante ha tradicionalmente promovido una sólida ética de trabajo, llevando a los cristianos evangélicos a enfatizar el trabajo antes que el ocio y la actividad antes que el descanso. Packer escribe: “Los cristianos modernos tienden a preocuparse por su religión. Admiramos e imitamos, y nos volvemos cristianos adictos al trabajo, suponiendo que los creyentes activos siempre son los mejores.
A muchas personas les resulta difícil relajarse, y en realidad se jactan de que están ocupados y con exceso de trabajo. Tal como Karl Johnson documentó recientemente, nuestra sociedad está plagada de pobreza de tiempo, estrés de tiempo, un frenético ritmo de vida, exceso de trabajo, idolatría laboral y consumo excesivo.
Invirtiendo el tiempo ‘libre’
A pesar de que en nuestra sociedad la idea del ‘tiempo libre’ no proporciona un verdadero descanso, salud o prosperidad, los cristianos muy seguido la aceptamos. Para disfrutar bien el tiempo de ocio, necesitamos entonces entender el reinado de Dios sobre el ocio y sus propósitos para ello.
En primer lugar, los cristianos debemos reconocer que todos nuestro tiempo depende del Señorío de Cristo, ya sea que estemos trabajando o entreteniendonos. Dios no sólo se preocupa por nuestro trabajo, Él se preocupa por nuestro tiempo. Aún en nuestro tiempo libre, somos responsables ante Dios del uso que le demos. No tenemos un pase para hacer lo que queramos.
En segundo lugar, muchas veces pensamos en el tiempo libre como un concepto cuantitativo. Contamos las horas de libertad que nos quedan antes de que el fin de semana termine. La Escritura nos enseña cómo vivir un ritmo de vida con periodos de trabajo y periodos de descanso. Repetidamente en el Antiguo Testamento, son dadas instrucciones para no trabajar en el día de reposo. Pero la Biblia no está únicamente preocupada por distribuir el tiempo fuera después del trabajo. Nuestro ocio también debe tener dimensiones cualitativas. Cuando descansamos, debemos celebrar a Dios y Su don de la creación (Éxodo 20:8-11). Deberíamos ensayar la rendición que Él ha logrado para nosotros. Nuestro descanso debería acercarnos más a Dios.
Para aplicar estas verdades prácticas a su vida, necesita entender su uso del tiempo. La mayoría de los estadounidenses tienen conceptos erróneos sobre cómo usan su tiempo cada semana. Quizás pueda llevar un diario de uso del tiempo por una semana y categorizar sus actividades por (1) existencia, (2) trabajo y (3) tiempo libre. Si su vida está dominada por la existencia y el trabajo, debería crear más oportunidades para el ocio. Asegúrese de tener muchos bloques de tiempo disponible para el ocio. Nuestro tiempo es cada vez más fragmentado, pero los bloques de tiempo más grandes son mejores para relajarse y desacelerar. Un sábado semanal proporciona un bloque grande y también puede poner en practicar mini sábados durante toda la semana.
Además, le ayudará a familiarizarse con pasajes bíblicos que informarán su concepto de ocio. Cómo se mencionó antes, el sábado nos enseña un ritmo de vida que incluye periodos de trabajo y periodos de no trabajo. Ambos, el sábado y el concepto bíblico de descanso (Génesis 2:2, Deuteronomio 12:9-10, Salmo 95:11, Hebreos 4:9-11, Mateo 11:28-30) sugieren una dimensión cualitativa de ocio caracterizado por una actitud de descanso, paz, alegría, libertad y celebración a Dios y la creación de Dios. Los pasajes bíblicos sobre festivales (Deuteronomio 16), fiestas (Génesis 21:8), danza y música (Salmo 149:3), hospitalidad (Juan 12:1-8) y amistades (Lucas 7:34) también proveen instrucciones sobre cómo las actividades pueden llenar nuestro tiempo libre.
Finalmente, Eclesiastés nos enseña que el ocio auténtico no implica ni adición al trabajo (Eclesiastés 4:4-12), ni hedonismo (Eclesiastés 2:1-11), sino un disfrute de la vida en la creación, el cual es un regalo de Dios.
Cuando disfrutamos nuestro tiempo libre en el Señor, somos verdaderamente libres.
Usado con permiso de The Gospel Coalition Puedes encontrar el artículo original en inglés aquí. Traducido por Acacia Arreola
Fotografía en Unsplash
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