Por Ady Terán
Una de las ironías más grandes de la vida es la habilidad que tiene el dolor de protegernos. ¿Se han puesto a pensar en las veces que hemos evitado grandes accidentes, y daños porque un dolor menos grande nos detuvo? ¿Las veces que hubiéramos podido perder algún miembro del cuerpo si los sensores de dolor no avisaran al cerebro que se están haciendo daño? Basta con acercarnos lo suficiente al fuego, para que el cuerpo interprete una incomodidad dolorosa que nos hace alejarnos.
En la piel se encuentran diferentes clases de receptores nerviosos que se encargan de transformar los diferentes tipos de estímulos del exterior en información susceptible para ser interpretada por el cerebro. Cuando nos describimos como seres sensibles, lo que queremos decir es que somos conscientes. El significado más literal y amplio es que tenemos percepción sensorial. Los pliegues dactilares sirven para detectar el calor, el frío, el dolor o cualquier otra sensación; y la sensación es una de las funciones que la conciencia utiliza para orientarse en el mundo exterior.
Pues bien, si Dios nos ha creado con ciertos mecanismo de protección para el cuerpo, ¿por qué no habría de usar el sufrimiento para alertarnos de un problema más serio? Como dijo C.S. Lewis: “El dolor es el megáfono que Dios utiliza para despertar a un mundo de sordos.” A veces me pregunto por qué somos así. Es decir, por qué tenemos que atravesar por ciertos problemas, o atravesar por el sufrimiento para poder regresar a un estado de consciencia. Esto me ha pasado más de una vez. La vida, la rutina, los afanes, me insensibilizan, de alguna manera empañan mi visión de la vida que Dios quiere que viva. A veces me vuelvo insensible, y esa insensibilidad me pone en peligro. Como las personas con insensibilidad congénita al dolor, que no pueden percibir el dolor físico. Las señales y síntomas que presentan pueden ser heridas, moretones, huesos rotos, y otros problemas de salud que pueden pasar desapercibidos debidos a la falta de conciencia del dolor. La inconsciencia es el peligro más grande. Es el daño más profundo. Es el sufrimiento más sutil y la noticia más alarmante. Es posible encontrarle solución a un problema cuando eres capaz de identificarlo, pero es destructivo vivir como si el problema no existiera.
Es por eso que creo que Dios tiene métodos (muchas veces incomprendidos por nosotros) para tratar con nuestra alma. Usa medios como el “dolor” para despertarnos de la inconsciencia y hacernos sensibles ante lo que importante, ante lo que tiene que atenderse y tratarse. Dios puede usar una enfermedad para hacernos ver que realmente Él es el médico que nuestra alma necesita, y que somos más que un cuerpo. Puede usar la pérdida de un ser querido para recordarnos que hay un alma que vivirá una eternidad y que el tema de la “muerte” no puede ser evitado para siempre. Puede usar la falta de trabajo y de dinero para hacernos recordar que el dinero no compra la felicidad, y que lo material es pasajero. Puede usar los problemas familiares para recordarnos que las personas importan, que el amor es necesario, que el perdón no es una opción, y que al final somos seres sociales y que Él es un Dios de relaciones.
¿De qué me estoy perdiendo? ¿De qué cosas no soy consciente? ¿De qué cosas me estoy olvidando? ¿Qué cosas me tienen insensible, indiferente, apática, y en estado de peligro? ¿Qué clase de “dolor” necesario usará Dios para despertarme de este estado de pasividad? ¿Qué cosa usará para regresarme el “sentido” del sentir, y hacerme conscciente de lo importante?
Salomón lo expresó muy bien en Eclesiastés, cuando llegó a la conclusión de la investigación que hizo de la vida y de las tantas ironías y cosas sin sentido que experimentamos. En el capítulo 12 dice: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que lleguen los días malos y vengan los años en que digas: «No encuentro en ellos placer alguno.” Y continúa diciendo: “Antes que… y empieza a desarrollar un poema que hace alusión a la vejez. Antes de que no puedas ver, no puedas sentir, no puedas caminar. En palabras llenas de poesía dice: Antes que sea tarde. Antes que la vida pierda su brillo. Antes de que la vida llegue a su fin y sea demasiado tarde. Acuérdate de tu Creador. La palabra “acuérdate” o “recuerda” en hebreo es un verbo que hace alusión a traer a la mente. A crear consciencia. A enfocar nuestros pensamientos sobre algo de manera intencional. Hazte consciente de tu Creador, porque la vida te fue dada con ese propósito y la muerte le da fin al plazo señalado.
Salomón termina su investigación del ser humano diciendo: “Teme, pues, a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es todo para el hombre. Pues Dios juzgará toda obra, buena o mala, aun la realizada en secreto.” ¿Puedes ver el evangelio en esta frase? ¿Alcanzas a ver buenas noticias en esta conclusión? ¿Alcanzas a ver a Cristo? Él ha hecho posible que esta última parte sea una realidad para el que cree. Para aquél que confía en Cristo esto es una realidad. Y este es el más grande consuelo de todos. Esto es precisamente lo que le da sentido a nuestro sufrimiento, lo que le da significado a nuestro dolor, lo que consuela nuestra alma. Esta es la respuesta a todas las cosas inciertas de la vida, y el propósito de toda ironía.
Una vida no centrada en Dios acaba en el vacío. El construir la existencia alrededor de algo que no es Dios no sólo nos hace vulnerables si no conseguimos lo que nuestro corazón anhela, sino que ocurre exactamente lo mismo aunque lo consigamos. Al final nuestro corazón es insaciable, ya que fue creado para encontrar satisfacción y plenitud en Dios. La forma del hueco en nuestra alma, si lo pensamos como una pieza de rompecabezas, es una forma que nada puede llenar… ninguna pieza cabe (relaciones, sexo, dinero, éxito), la única forma que encaja en ese hueco es Dios. Somos seres espirituales, ni la persona más atea puede negarlo. En algún momento en nuestras vidas, nos vemos confrontados con el hecho de que no somos la clase de personas que deberíamos ser. La reacción, en la mayoría de los casos, es tratar de ignorarlo y esforzarnos por vivir como uno cree que debería hacerse, lo que nos llevará irremediablemente a un callejón sin salida en lo espiritual.
La verdad es que si no vivimos para Cristo viviremos para cualquier otra cosa, volviendo al círculo vicioso de insatisfacción y vacío. El cristianismo enseña que nuestro principal problema es el pecado. ¿Qué solución puede haber para ello?
La Biblia dice: “La siguiente declaración es digna de confianza, y todos deberían aceptarla: «Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores», de los cuales yo soy el peor de todos” (1 Timoteo 1:15). Cristo vino por aquellos que reconocen que necesitan de salvación. En otra parte en la Biblia dice que los sanos no necesitan médico, sino los enfermos. Jesús es el único cirujano capaz de remover el cáncer maligno del alma. Jesús es el médico capaz de quitar ese corazón dañado, herido, enfermo, muerto… y colocar en su lugar un nuevo corazón, y junto con ese corazón implantar nuevos afectos, nuevos deseos, una forma nueva y diferente de ver la vida. A esto la Biblia le llama: “evangelio” y evangelio quiere decir: BUENAS NOTICIAS.
“Por todos lados nos presionan las dificultades, pero no nos aplastan. Estamos perplejos pero no caemos en la desesperación. Somos perseguidos pero nunca abandonados por Dios. Somos derribados, pero no destruidos. Es por esto que nunca nos damos por vencidos. Aunque nuestro cuerpo está muriéndose, nuestro espíritu va renovándose cada día. Pues nuestras dificultades actuales son pequeñas y no durarán mucho tiempo. Sin embargo, ¡nos producen una gloria que durará para siempre y que es de mucho más peso que las dificultades! Así que no miramos las dificultades que ahora vemos; en cambio, fijamos nuestra vista en cosas que no pueden verse. Pues las cosas que ahora podemos ver pronto se habrán ido, pero las cosas que no podemos ver permanecerán para siempre” (2 Cor. 4).
La gloria es algo que vale mucho. Literalmente significa: Peso. Es algo que tiene peso, algo que se admira, que se atesora, que contempla con orgullo porque significa “todo” para la persona que lo tiene. La gloria de un atleta es el valor de su desempeño. Su habilidad siendo admirada por los demás. La importancia de su persona. Lo que lo hace valioso. Fuimos creados para la gloria de Dios, es decir, para conocer, estudiar, disfrutar y amar las cualidades que hacen de Dios valioso, único y digno de admiración. Por eso creo que Dios, dentro de su profunda inteligencia, e inigualable amor, usa el sufrimiento para regresarnos a un sentido de consciencia en donde podamos valorarlo a Él, más que cualquier otra cosa, no porque Él sea egocéntrico, sino porque esa “gloria” es lo único que satisface el alma. Por eso dice Salomón, la conclusión de todo este asunto, la razón detrás de todo acontecimiento, es esta: el Señor, apuntando a Cristo. El único capaz de cambiar nuestro corazón de piedra por uno de carne. El único capaz de ablandar nuestra alma y hacernos conscientes de nuestra verdadera y más profunda condición. Solo Él puede quitar esa enfermedad destructiva de la insensibilidad y volvernos conscientes de lo real, a través del dolor.
Cuando una persona tiene su esperanza puesta en esta realidad, su sufrimiento deja de ser en vano.
ACERCA DEL AUTOR
Ady Terán
Autor
Soy Ady Terán, tengo 30 años y vivo en Puerto Vallarta Jalisco, México. Practico Crossfit y soy dueña de un gimnasio para mujeres. Me encanta escribir, dibujar, leer, cocinar y tomar café. He pasado por altas y bajas en mi caminar cristiano por lo que identifico mucho con el cinismo realista de Salomón. El ministerio de Tim Keller me ha ayudado mucho a madurar mi fe y regresar al punto más importante del cristianismo: El evangelio. Espero puedas conocerme más a través de lo que escribo. También puedes seguirme en instagram.
IMAGEN: Syarafina Yusof en Unsplash
Me agrado el sentido del comentario que denaminaste: Un dolor necesario. Tiene sentido y coherencia, en lo que respecta como D´s nos mueve, para que voluntariamente acudamos a Él. Excelente exposición, me agradó y me ayuda. Gracias.