En nuestra publicación anterior hemos citado una serie de trampas en las que un cristiano puede caer cuando se hace un mal uso de la apologética.
Ahora bien, en el caso de los primeros cuatro puntos que cité en la primera parte (la vanidad intelectual, las etiquetas pseudo-bíblicas, el amarillismo y el autoritarismo); creo en el principio de juzgar con justo juicio, en el sentido de discernir la Palabra de Dios, amonestar y exhortar a los que están errados conforme a los lineamientos bíblicos (Léase 2 Timoteo 3:15-17); sin embargo hay actitudes apropiadas para ello.
Muchos usamos 1 Pedro 3:15 y Judas 3 para avalar la contención por la fe. Pero hay que mirarlas en su contexto. Como bien lo resalta el apóstol Pedro: “Con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15). No hay que omitir la mansedumbre al mostrar la confesión de nuestra fe. En el caso de Judas, el escritor de la epístola que lleva su nombre, hablaba sobre “contender ardientemente” (Judas 3), en el sentido de defender la Biblia tal cual como nos ha sido enseñada; pero no de forma airada y ofensiva; ni participando en debates que no tienen provecho para nadie. Él mismo, en el contexto de la carta, nos presenta la actitud correcta:
Judas 21-23 “Conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo aun la ropa contaminada por su carne”.
En cuanto al quinto y último punto, el fariseísmo, tengo la convicción de que hay doctrinas muy claras y NO negociables en la Biblia, tales como: La autoridad e inspiración de la Escrituras, el pecado original, la Trinidad, la Deidad de Cristo, la salvación por gracia y por medio de la fe; etcétera. En cambio, hay otras doctrinas que se consideran de orden secundarias o complementarias: El modo del bautismo, los dones espirituales, la escatología; entre otras. Los asuntos que no son todo del todo claro y controversias interminables serán resueltos hasta el regreso de nuestro SEÑOR, pues la Biblia nos dice que todos, sin excepción seremos enseñados por Él (Léase Isaías 54:13; Jeremías 31:33-34).
Entonces ¿Qué hemos de evitar?
En las epístolas pastorales hay muchos versículos que nos aclaran de apartarnos de contender innecesariamente. A continuación expongo los siguientes textos, tan sólo de las epístolas pastorales y que hay mucho más en el contexto de la Biblia, que son parte de los patrones bíblicos de conducta acerca de exponer la verdad en contraste del error:
(1) Se nos manda a no enseñar diferente doctrina, ni prestar atención a fábulas, ni a genealogías interminables que solo traen contención que edificación de Dios (Léase 1 Timoteo 1:3-4).
(2) Desechar las fábulas profanas y de viejas, y ejercitarnos para la piedad, que tiene promesas de esta vida presente y de la venidera (Léase 1 Timoteo 4:7-8).
(3) Tener cuidado de nosotros mismos y de la doctrina en la que hemos sido enseñados; hemos de persistir en ella como tal (Léase 1 Timoteo 4:16).
(4) Aquél que enseña otra cosa fuera de la sana doctrina del SEÑOR Jesucristo, se envanece, es ignorante, y delira acerca de cuestiones y contiendas de palabras; son disputas de personas corruptas de entendimiento y privados de la verdad; hay que apartarnos de ellos (Léase 1 Timoteo 6:3-5).
(5) Evitar las pláticas sobre cosas vanas y del falso conocimiento, que desvía a algunos de la fe sana y verdadera (Léase 1 Timoteo 6:20-21).
(6) Se nos exhorta delante del SEÑOR a no contender sobre palabras, las cuales para nada aprovechan, sino que es para perdición de los oyentes; evitando a vanas palabrerías que conducen a la impiedad. Más bien hemos de procurar presentarnos a Dios aprobados que usan bien la palabra de verdad (Léase 2 Timoteo 2:14-18).
(7) Huir de las pasiones juveniles y desechar las cuestiones necias e insensatas que engendran contiendas; puesto que el siervo del SEÑOR “no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad, y escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él” (Léase 2 Timoteo 2: 22-26).
(8) Evitar a los impíos que tienen apariencia de piedad, pero niegan la eficacia de ella. (Léase 2 Timoteo 3: 1-5)
(9) Que el anciano sea “retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen” (Léase Tito 1:9).
(10) Reprender a aquellos que que atienden y se apartan a fábulas y a mandamientos de hombres, para que sean sanos en la fe y en el testimonio de la verdad (Léase Tito 1:13-14).
(11) Evitar las cuestiones necias, genealogías, contenciones y discusiones acerca de la Ley; porque son vanas y sin provecho. Pablo concluye: “Al hombre que cause divisiones, después de una y otra amonestación deséchalo, sabiendo que el tal se ha pervertido, y peca y está condenado por su propio juicio” (Léase Tito 3:9-10).
Como hemos visto, en cuanto a discusiones acaloradas, lo prudente es apartarse, evitar y desechar las contiendas vanas que no tienen provecho alguno, no prestar atención a cosas que no pueden edificar ni contribuir en el crecimiento espiritual del creyente. La Biblia manda enseñar con amabilidad, mansedumbre y con sana enseñanza (doctrina) si se presta la ocasión de hacerlo y ejercitarse en la piedad y en las buenas obras que son útiles para todos (entiéndase, buenas obras por amor a Dios y a los demás; no para ganarse la salvación, léase Efesios 2:8-10).
En conclusión
Al contrario de lo que algunos piensan, esto no lo hace a uno pusilánime, sino más conforme al carácter de nuestro amado SEÑOR, manso y humilde de corazón (Léase Mateo 11:29). Ser sabio y prudente para saber cuándo actuar no es sinónimo de cobardía; es sinónimo de que el Espíritu Santo está equilibrando nuestra vida cristiana. En otras palabras: Es un asunto de madurez en Cristo y dominio propio.
Participar en las contiendas es contribuir en la desviación de la fe, del amor al prójimo, de perder a los oyentes (no es lo mismo que creyentes), de dar mal testimonio, que acarrean pleitos y conducen al pecado. Las Escrituras nos extienden la exhortación de que tengamos cuidado con la sana doctrina de la Palabra de Dios y usarla bien, tal y como nos ha sido enseñada; de una manera que nuestro comportamiento refleje el carácter de nuestro SEÑOR y Maestro Jesucristo; a fin de que contribuya en el progreso del Evangelio. Si hemos pecado en esto, también somos llamados al arrepentimiento, a pedir la guía de Dios por medio de Su Santo Espíritu a fin de presentar perfecto a Jesús a todo hombre; y caminar exponiendo la verdad en amor (Léase Efesios 4:15; Colosenses 1:28).
¡Sólo a Dios la Gloria!
Consulta aquí la primera parte: Viviendo de las Contiendas Innecesarias (Parte 1)
La paz y la gracia sean contigo, muy buen estudio… Pero me gustaría hacer unas preguntas: cómo creyentes debemos denunciar las herejías y a los herejes? Cómo calificar a aquellos falsos profetas que dicen herejías públicamente? Esta última pregunta, parece tonta pero en la parte1 de este estudio una de las trampas era el no usar etiquetas, donde usted considera que está mal llamar herejes, hijos de satanás, etc a un hermano sinceramente errado (con lo que estoy de acuerdo), pero me llamó la atención que al falso profeta, considera que tampoco debemos colocarle tales etiquetas, en este punto si no comparto con usted, ya que si un falso profeta dice y dice herejías, es evidente que es un hereje, y por consiguiente hijo de satanás. Me gustaría que me explicara este punto…! Espero su respuesta, gracias de antemano!
¡Hola Yumario!
Antes que todo una disculpa por la demora de mi respuesta. Te agradezco mucho que preguntes, y que hagas observaciones necesarias.
En primer lugar, no había caído en cuenta esa parte de mi escrito, la cual has hecho tu observación, en la que he he referido acerca de poner etiquetas a hermanos errados y falsos maestros (englobados así). Cuando toqué el punto de las etiquetas, tenía en mente más bien al descuido de nuestro lenguaje. Usé estos terminos como herejes, hijos de satanás, etc. como etiquetas suaves para no escribir otras aún más fuertes. Se sabe de hermanos muy conocidos por redes sociales que usan un lenguaje muy soez que suelen dirigirse a otros muy fuertemente con títulos, perdona la expresión y por citar una sola, como “perros”. Creo que así entenderás mi punto. El problema mas bien reside en cómo dirigirnos a ellos y cuidar nuestro lenguaje con prudencia. Siendo cristianos, somos llamados a no ser piedra de tropiezo y a cuidar nuestra lengua. En ocasiones mucho de lo que expresamos verbalmente revela lo que somos por dentro (Léase Mateo 12:34; 15:19-20; Lucas 6:45). En Santiago 3:1-12 tienes una enseñanza acerca de ello. Agradezco mucho tu observación oportuna.
En segundo lugar, claramente podemos denunciar a herejes siempre que citemos acerca de sus hechos o palabras específicamente. Hablamos, claro, de juicios dentro del marco bíblico que señalen contra la integridad de la iglesia, de la fe, de la piedad, de la autoridad de las Escrituras, de la persona de Cristo, etcétera. Es necesario señalar lo que está mal sin caer en el extremo. Como cuando el apóstol Pablo denunció a Himeneo y Fileto quienes enseñaban acerca de que la resurrección ya se había efectuado y trastornaban la fe de algunos, esto lo hallas en 2 Timoteo 2:17-18. Ahí vemos claramente que Pablo menciona nombres y menciona los hechos por los cuáles son denunciados. Espero haber resuelto tus dudas. Muchas gracias por tus comentarios. Que la gracia del SEÑOR sea contigo.
Si hermano gracias por su respuesta… la verdad me han hecho meditar acerca de las malas actitudes que como creyente aún con buenas intenciones hacemos una mala apologética y que a pesar de estar en lo correcto no edificamos sino que destruimos sin darnos cuenta… Paz y gracia sean dadas del Señor Jesucristo…